21 octubre 2023

Coraline | Neil Gaiman

Traducción: Raquel Vázquez  Ramil | Ilustraciones: Dave McKean | Editorial: Salamandra


SINOPSIS

Al día siguiente de mudarse de casa, Coraline explora las catorce puertas de su nuevo hogar. Trece se pueden abrir con normalidad, pero la decimocuarta está cerrada y tapiada. Cuando por fin consigue abrirla, Coraline se encuentra con un pasadizo secreto que la conduce a otra casa tan parecida a la suya que resulta escalofriante.

Sin embargo, hay ciertas diferencias que llaman su atención: la comida es más rica, los juguetes son tan desconocidos como maravillosos y, sobre todo, hay otra madre y otro padre que quieren que Coraline se quede con ellos, se convierta en su hija y no se marche nunca. Pronto Coraline se da cuenta de que, tras los espejos, hay otros niños que han caído en la trampa. Son como almas perdidas, y ahora ella es su única esperanza de salvación. Pero para rescatarlos tendrá también que recuperar a sus verdaderos padres, y cumplir así el desafío que le permitirá volver a su vida anterior.


OPINIÓN PERSONAL

Coraline está de vacaciones y según parece no hay más niños en el vecindario, solo los árboles del bosque. Por lo que tiene que entretenerse sola. Sus padres trabajan con ordenadores y están siempre en casa, pero ignoran completamente a su hija. De hecho, lo que más miedito y repulsa me ha provocado ha sido el comportamiento de sus padres durante las primeras páginas de la novela. Básicamente, les importa un comino lo que haga su hija mientras no moleste (ni se haga daño).

Coraline y sus padres se han mudado a una vieja mansión, pero no ocupan todo el edificio. En el primer piso, viven dos ancianas (que fueron actrices) en compañía de sus terriers escoceses. En el tercero, vive un anciano excéntrico que se comunica con los ratones. De vez en cuando, Coraline “incordia” a sus vecinas de abajo. Pero la mayor parte del tiempo se dedica a explorar los alrededores y su propia casa.

Hasta que descubre que una parte de la mansión está deshabitada. La puerta que conduce a ese piso está tapiada. Coraline encuentra la manera de atravesarla. Y al final del pasillo, descubre una casa idéntica a la suya y a su otra madre, una mujer espeluznante que tiene botones en vez de ojos. Sus otros padres la quieren con locura y le hacen todo el caso del mundo. La comida de su otra madre está deliciosa y, en su otra habitación, encuentra los mejores juguetes del mundo. Cualquier niña de su edad desearía quedarse para siempre... ¿en serio?

«Huya mientras tenga aire en los pulmones, sangre en las venas y calor en el corazón. Huya antes de que pierda la mente y el alma. Se apropiará de su vida, de lo que es y de todo lo que le interesa, y le dejará sólo niebla y bruma. Se llevará su alegría. Un día, cuando despierte, no tendrá ni alma ni corazón.»

Toda la historia insinúa una metáfora, y aún así sorprende la ausencia de reacción por parte de Coraline. Acabas de atravesar una puerta mágica que te conduce a otro mundo, donde tus otros padres tienen botones en los ojos. Y Coraline asume esta experiencia como algo de lo más normal, en vez de espantarse y salir corriendo de vuelta a casa. Pero no, en ningún momento se altera, ni se asusta. Coraline ni siente ni padece, a este punto desidioso la ha arrastrado su antiguo hogar.

Si bien es cierto que yo siempre disfruto un montón leyendo libros raros, confirmo que la historia acaba siendo más rara que un perro verde. Para describir el mundo mágico y perverso de Coraline voy a citar una frase del libro: «Daba la impresión de que los contornos de la realidad se habían difuminado.» 

La trama tarda un poco en arrancar, ya que el autor presenta sin ninguna prisa lo aburrida y cotidiana que es la vida de Coraline para luego poder compararla con el otro mundo. Curiosamente, la novela me iba pareciendo más aburrida a medida que avanzaba. Cuando no debería, la prosa es muy amena, poco florida y se lee bastante rápido. La ambientación está muy lograda y ha conseguido agobiarme en más de una ocasión. Sobre todo porque contiene descripciones un poco asquerosas.

«-Lo juro sobre la tumba de mi madre.
-¿Tiene tumba?
-Claro que sí. Yo misma la puse allí, y cuando intentó escabullirse, la volví a enterrar.»

En conclusión, Coraline es un cuento inquietante que no ha logrado tocarme la fibra sensible, pero sí asustarme. La edad recomendada es a partir de 11 años y sin duda los niños van a pasarlo de miedo con este libro. La moraleja final resulta predecible, aunque me ha gustado. Su lectura me ha parecido algo tediosa y podría decirse que no me ha aportado ninguna sorpresa nueva, excepto el mal rato que he pasado y la originalidad de su ambientación.


«Todas aquellas cosas eran ilusiones, creaciones de la otra madre, una especie de parodia espantosa de las personas y los objetos reales. Coraline se reafirmó en la idea de que la otra madre no podía hacer nada auténtico, sólo copiar, retorcer y distorsionar lo que ya existía.»


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