31 mayo 2017

Tea Rooms: Mujeres obreras | Luisa Carnés

Imagen de la cubierta: Dulces en Camilo de Blas, María Bringas | Editorial: Hoja de Lata


SINOPSIS

Corren los años treinta en Madrid y las trabajadoras de un distinguido salón de té cercano a la Puerta del Sol ajustan sus uniformes para comenzar una nueva jornada laboral. Antonia es la más veterana, aunque nunca nadie le ha reconocido su competencia. A la pequeña Marta la miseria la ha vuelto decidida y osada. Paca, treintañera y beata, pasa sus horas de ocio en un convento y Laurita, la ahijada del dueño, se tiene por una «chica moderna». Únicamente Matilde tiene ese «espíritu revoltoso» que se plantea una existencia diferente. Todas trabajan por un salario de hambre y una absoluta falta de expectativas. Están acostumbradas a callar: frente al jefe, frente al marido, frente al padre. Su vida se traduce en esta reflexión de Matilde: «Diez horas de trabajo, cansancio, tres pesetas».

Autora sin sombrero de la Generación del 27, Luisa Carnés escribió esta portentosa novela social rompiendo los esquemas narrativos de la época. Una voz fundamental para acercarnos a la realidad de las mujeres españolas de comienzos del siglo XX.


OPINIÓN PERSONAL

Madrid, años 30. La novela retrata perfectamente la sociedad machista de la época, un país en el que la mujer no tenía muchas opciones fuera del matrimonio. Una situación agravada por la crisis mundial que obliga a los obreros a trabajar en unas condiciones laborales lamentables. Tea Rooms sigue los pasos de un grupo de mujeres (y hombres) que trabajan como esclavos por un sueldo miserable en un salón de té. Cada una de ellas sobrevive como puede a su propio drama personal. Pero entre todas, destaca especialmente la figura de Matilde, una mujer de ideas revolucionarias que busca la emancipación a través del trabajo.

En palabras de la propia autora: La “cosa especial” que Antonia atribuye a Matilde es el sello de magnífica serenidad de la criatura marcada por largos años de una vida difícil; de la criatura desarrollada en la mayor miseria, cuyo cerebro no está absolutamente hueco. 

Pero como digo, todas las compañeras de trabajo tienen el mismo protagonismo en la novela. Antonia, la mujer veterana que se ha resignado a callar después de tantos años al servicio del "ogro". Paca, la mujer beata que solo se preocupa de cumplir sus obligaciones con las autoridades y con Dios. Marta, la mujer que se desespera por sacar a su familia de la pobreza más absoluta. Laura, la mujer moderna que disfruta libremente de su sexualidad. La novela acaba denunciando el trato que la sociedad le concede a la mujer, mostrando las gravísimas consecuencias de una mentalidad colectiva tan retrógrada.

Aunque prácticamente toda la historia transcurre en el interior de la cafetería, la autora también retrata a la sociedad más acomodada a través de la clientela que frecuenta el local. Y no necesita grandes descripciones de su atuendo o personalidad para hacer aún más notables las diferencias entre las dependientas y los señorones que acuden a deleitarse con los productos que ellas ofrecen. Por cierto, aunque la encargada disfruta de una posición más aventajada, tampoco ella se libra del drama que suponía ser mujer en aquella época.

La prosa de los primeros tres capítulos me ha parecido densa y he estado a punto de abandonar mi lectura (craso error). La autora describe valiéndose únicamente de la enumeración. En cierto modo, su estilo de narrativa parece poesía sin rima, porque todo el rato tenía que adivinar el sentido de sus palabras, cuál es el mensaje. Por encima, el vocabulario era complejo. Me ha costado meterme en una historia que me ha gustado mucho porque el relato avanzaba a fuego lento y tenía que andar a releer más de un párrafo para no perderme ni un solo detalle. A partir del cuarto capítulo, la prosa se crece y culmina la novela con una narrativa poética y elegante más cercana a todo tipo de lector.

El mensaje nos llega más claro cada vez que “interrumpe” el relato para expresar su propia opinión política a través de los pensamientos de Matilde. Pero esas pequeñas intrusiones en la historia y su implicación real con los temas tan polémicos que aquí critica, hacen todavía más evidente la rabia que sentía la autora mientras escribía su relato.

Carnés formó parte del grupo de autores a quienes se estudia bajo la denominación de “narrativa social de preguerra”. Tea Rooms ha sido definida como una novela-reportaje basada en su propia experiencia en el mundo de la hostelería. Una novela feminista escrita en 1934. Aunque perfectamente, y por desgracia, podría haber sido escrita en los tiempos que corren. Y creo que eso es lo más triste de toda novela, que esas condiciones laborales y machistas siguen existiendo a día de hoy.

Mujeres que no protestan por miedo a quedarse sin trabajo. Mujeres sometidas que solo pueden aspirar a una economía más desahogada a través del matrimonio. Mujeres independientes y modernas que son rechazadas por una sociedad machista que las conduce hacia el peor de los finales. Porque el final que la autora le concede a esta novela es dramático, indignante... un final a la altura del tono crítico presente en el resto de la novela. Bravo. Bravísimo.

Por cierto, al final de la novela han añadido una biografía muy bien documentada sobre la vida de la autora en relación a todas las obras que escribió. Un texto de Antonio Plaza Plaza.


«Los problemas de orden “material” (social) no han adquirido aún bastante preponderancia entre el elemento femenino proletario español. La obrera española, salvo contadas desviaciones plausibles hacia la emancipación y hacia la cultura, sigue deleitándose con los versos de Campoamor, cultivando la religión y soñando con lo que ella llama su carrera: el marido probable.»


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