25 mayo 2017

Tania Val de Lumbre | Maria Parr

Traducción: Cristina Gómez Baggethun  | Ilustraciones: Zuzzanna Celej | Editorial: Nórdica Libros


SINOPSIS

Tania es pelirroja y tiene los rizos de un león. Se apellida Val de Lumbre como el lugar en el que vive, un pequeño y remoto valle. Las dos cosas que más le gusta hacer son, por este orden: deslizarse en trineo por Cerro Chico, la pendiente más empinada de la montaña al grito de "velocidad y autoestima". Intentando hacer un salto mortal con los esquís aunque a veces acabe en el rosal de Sally. Y enfadando al malvado Klaus Hagen que odia los niños. Y, lo segundo que más le gusta es estar con su adorado Gunnvald, que aunque tiene setenta y cuatro años es su mejor amigo. La verdad es que el pueblo no hay mucho niños, pero aunque los hubiera él seguiría siendo su preferido. Cuando Gunnvald tiene que ir al hospital, a Tania le van a ocurrir muchas cosas algunas divertidas y otras no tanto. ¿No te las querrás perder?


OPINIÓN PERSONAL

Todos los protagonistas, pero especialmente Tania, me han parecido personajes la mar de entrañables. De la niña, en concreto, me he enamorado nada más aparecer. Tania Val de Lumbre es la única niña que vive en el pueblo, pero no se siente sola, porque se ha hecho amiga de Gunnvald, un viejo cascarrabias que, a su extraña manera, también tiene un comportamiento adorable. Durante las primeras páginas, pensaba que me encontraría a una especie de Anne Shirley (no sé por qué), pero finalmente creo que Tania brilla con identidad propia.

Sorprendentemente, la autora es capaz de perfilar cualquier personaje en apenas cuatro líneas y, lo que tiene más mérito todavía, mide perfectamente la información que debe proporcionar a sus lectores para manipular nuestros juicios de valor a su conveniencia. De modo que he terminado empatizando con personajes que me habían provocado cierto rechazo desde un principio. Por el contrario, el secreto que esconde Gunnvald ha puesto patas arriba la opinión que tenía inicialmente sobre su persona.

Para mi sorpresa y regocijo, la historia gira únicamente en torno a las relaciones personales que se establecen entre los vecinos de Val de Lumbre. Además, la autora plantea un desenlace bastante realista. De modo que todos los personajes sin excepción se convierten automáticamente en personas de carne y hueso que sienten e interpretan sus experiencias vitales basándose únicamente en sus respectivos puntos de vista. Al final, las emociones que aparecen reflejadas también nos duelen porque nos resultan demasiado familiares para pasarlas por alto.

La prosa me ha encantado porque en todo momento he tenido la sensación de que me encontraba frente a un cuentacuentos que me iba relatando las aventuras de Tania y sus amigos. Toda la novela está narrada en tercera persona, con el tono característico de los cuentos infantiles. Al final, su lectura te provoca la extraña sensación de estar siendo testigo de un gran espectáculo y se crea una complicidad casi mágica entre el narrador y el lector. Además, es una prosa sencilla y muy entretenida que se vale del humor para amenizar el relato.

Realmente, en este libro no suceden cosas extraordinarias. Es una historia más bien cotidiana, sobre una niña que se hace amiga de un anciano porque no hay más niños en su vecindario. Pero aún así, las desventuras de Tania me han mantenido pegada a la silla de principio a fin. Me esperaba un libro de aventuras y nada más, una lectura entretenida para matar el rato. Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que, además de todo lo anterior, también es una novela con tintes dramáticos.

Por último, deciros que me he enamorado de la moraleja final. Debemos educar a los niños desde el respeto y enseñarles desde muy pequeños que las cosas no siempre son blancas o negras. En contadas ocasiones, las personas que parecen culpables también son víctimas. En definitiva, me ha parecido un libro ilustrado realmente precioso. Las últimas páginas me han emocionado y a más de uno se le escaparán un par de lagrimitas.


«La vida tiene momentos buenos y momentos malos, por mucho que últimamente dé la impresión de que solo los tiene malos.»


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