Traducción: Francisco Torres Oliver | Editorial: Alianza
SINOPSIS
Inválido de guerra, Sir Clifford Chatterley lleva junto a su esposa Connie una existencia acomodada, aparentemente plácida, rodeada de los placeres burgueses de las reuniones sociales y regida por los correctos términos que deben ser propios de todo buen matrimonio. Connie, sin embargo, no puede evitar sentir un vacío vital. La irrupción en su vida de Mellors, el guardabosque de la mansión familiar, la pondrá en contacto con las energías más primarias e instintivas y relacionadas con la vida. La fuerte corriente conectada con la energía sexual que recorre casi toda la obra de D. H Lawrence encuentra una de sus máximas expresiones en El amante de Lady Chatterley, novela que se vio envuelta en la polémica y el escándalo desde el momento de su aparición.
OPINIÓN PERSONAL
Aburrida. Muy aburrida. Demasiado aburrida. Hace muchos años, antes de saber siquiera que existía esta novela, vi una película: El amante de Lady Chatterley (1981). En un principio, la historia me había parecido bastante interesante, pero el desarrollo de la misma me supuso una pequeña decepción. Cuando descubrí que la película era una de tantas adaptaciones basadas en este clásico, pensé que el autor de la obra original le habría sacado mucho más partido a un argumento que peca de transgresor. Y, en cierto modo, no me equivocaba. Pero ¡qué lectura tan soporífera!
La prosa de Lawrence resulta demasiado densa sin necesidad. Brillante, por supuesto. Pero insoportable para los lectores que prefieran novelas menos descriptivas. Páginas y páginas enteras sin un sólo diálogo que amenice nuestra lectura. Por otro lado, repite en exceso ciertas expresiones. Es decir, escribe una frase y, acto seguido, escribe la misma frase pero con diferentes palabras. Otras veces, directamente, repite una y otra vez la misma expresión sin cambiarla ni un ápice, como si ése fuera el único recurso disponible para resaltar una emoción concreta. En definitiva, hay que armarse de muchísima paciencia para devorar una narrativa tan tediosa como ésta.
La novela nos cuenta sin ninguna prisa toda la historia de Lady Chatterley, desde su "alocada" adolescencia hasta el presente. Durante los primeros capítulos, el autor profundiza sin remilgos en la psicología del matrimonio protagonista, y no escatima en detalles. Clifford Chatterley era una suerte de marido hasta que la guerra lo convierte en un hombre postrado en una silla de ruedas. Con el paso del tiempo, Connie Chatterley se siente completamente vacía, atrapada en una vida monótona e insignificante. Su rutina consiste en dar breves paseos por las proximidades y en recibir a los invitados de su esposo, un atajo de caballeros intelectuales que se reúnen para debatir sobre las grandes incógnitas de la vida. Todas las conversaciones se plantean como una crítica hacia la sociedad del momento, pero los diálogos son pura pedantería. Por el contrario, las conversaciones que mantiene Connie Chatterley resultan demasiado tontas e irrelevantes.
En resumen, ni siquiera el erotismo romántico de los amantes me ha mantenido en vilo. Mucha charla (in)trascendente sobre política, sexo, amor, sexo.. sexo otra vez. Cuando el guardabosque Mellors aparece en escena por primera vez, ya no me quedaban fuerzas para seguir leyendo. Una lástima, porque el trasfondo moral de la novela me gustaba mucho.
«Una mujer tiene que vivir su vida, o vivir para arrepentirse de no haberla vivido».
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