Traducción: Marc Bernabé | Editorial: Milky Way
SINOPSIS
Corría el verano en que Natsuru tenía once años. Desde que rechazó a una compañera de clase el día de San Valentín, las chicas de su colegio no han vuelto a dirigirle la palabra, y decidieron desde entonces, ignorarle por completo. Pero justo antes de las vacaciones, todo cambia. Suzumura, la chica más alta de su clase, de repente, le habla. Ambos comenzarán un tierna relación de amistad, pero Natsuru pronto descubrirá que Suzumura esconde un terrible secreto.
OPINIÓN PERSONAL
Una lectura entretenida que no me ha dejado ninguna huella perdurable. El trazo de Kaori Ozaki es precioso y la inocencia de la pareja protagonista me ha inspirado mucha ternura. Sin embargo, lo he leído con indiferencia hasta las últimas páginas y el desarrollo me parece irregular. Hace uso de situaciones demasiado típicas.
Muchas voces afirman que este manga es una especie de metáfora que representa el final de la infancia. Aunque ¿era necesaria tanta crueldad para contar una historia bonita? El secreto que esconde Suzumura es realmente terrible. Por otro lado, los personajes adultos interpretan un papel menos que secundario, se mantienen al margen en todo momento. ¿Hasta qué punto es creíble una ausencia tan notable?
Sintiéndolo mucho, no han sido los únicos interrogantes que me han impedido disfrutar de una novela tan alabada por la crítica. ¿Por qué el abuelo no avisa de que Natsuru no ha ido a su casa? ¿Por qué nadie se percata de las condiciones en las que viven Suzumura y su hermano pequeño durante tanto tiempo? ¿Por qué Natsuru se calma al magrearle las tetas a su madre?
En resumidas cuentas, un desenlace dramático y conmovedor ha convertido una historia del montón en un manga excesivamente sobrevalorado.
«Si fuéramos adultos y estuviéramos aquí viendo tronar empapándonos, nos mirarían como si estuviéramos locos. Por eso debemos aprovechar ahora para mojarnos con la lluvia sin más.»
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