18 mayo 2019

Corazón blanco, corazón negro | Jonathan Odell

Editorial: DeBolsillo


SINOPSIS

Mississippi, 1847. La niña Granada nació para ser una esclava más en la plantación Satterfield y deslomarse trabajando en los campos de algodón, pero el destino la sacó de las míseras barracas y la llevó a la casa grande para convertirse en la muñeca que un ama desquiciada viste con la ropa de su hija muerta.

Sin embargo, esa vida cómoda, alejada de sus orígenes, termina de repente con la llegada de la curandera Polly Shine, quien escoge a la pequeña como ayudante. Negra y vieja, sabia y deslenguada, el amo accede a las exigencias de Polly porque sabe que es la única capaz de curar a los esclavos enfermos y de asistir los partos. Pero lo que el señor Satterfield desconoce es que la curandera pretende hacer algo más que sanar esos cuerpos maltratados: quiere devolver el orgullo y la dignidad a esos corazones maltrechos... Empezando por el de Granada, la niña negra que ha olvidado de qué color tiene la piel.


OPINIÓN PERSONAL

Con un argumento tan serio, me esperaba una novela que profundizase de forma íntima en la evolución de todos los personajes a medida que Polly fuera modificando el pensamiento colectivo. El autor realiza una excelente descripción de la esclavitud, pero no aporta nada nuevo al género. El desenlace ha sido muy poco satisfactorio. Además, toda la novela presume de cierto tono fantasioso que sobraba.

La historia comienza con una Granada anciana que relata su pasado a una niña que ha sido abandonada por su familia. Pero me desconcierta cómo ha ido a parar esa niña a la casa de Gran Gran junto con el cadáver de su madre. Del mismo modo, me escandaliza la señora Satterfield, una mujer desquiciada capaz de arrebatarle la hija a una esclava negra sólo para poder ponerle, de vez en cuando, los vestidos de su difunta hija. A partir de ahí, el criterio de algunos personajes carece de toda lógica con demasiada frecuencia.

Granada se olvida del color de su piel en ocasiones y aspira a ser tratada como una blanca más. De modo que se siente muy especial cada vez que la disfrazan con la ropa de una niña muerta. A pesar de que la señora la ignora la mayor parte del tiempo y los señores se burlan de ella, Granada se convierte en una niña mimada que reniega incluso de su propia madre: «Mi niña bonita ni siquiera conoce a su madre. Y aún peor, no le importa. Nunca perdonaré a la señora lo que te hizo. Un día te darás cuenta de que llevas toda la vida atrapada en el dolor de otra persona».

Sin embargo, su vida cambia con la llegada de la curandera Polly, una esclava negra que posee un don casi mágico. En cuanto conoce a Granada, sabe que la chica también posee el don y decide que será su aprendiz. Al principio de su relación, imaginaba que Polly sería el personaje más interesante de la novela porque está obsesionada con recordarle sus orígenes a todo el mundo, pero sus intervenciones resultan cada vez más repetitivas. Aunque el argumento me entusiasmaba, los personajes han sido tejidos con cierta torpeza. Me quedo con las últimas páginas, donde el autor resume su propia historia.


«Calmar no es lo mismo que curar».


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