El demonio de Próspero | K.J. Parker

Traducción: María Pilar San Román  | Diseño de cubierta: Andrés Sáez «Marlock» |  Editorial: Red Key Books

SINOPSIS

Los puede oler, sentir… cuando un demonio está cerca, no se le escapa nunca. Y si para expulsarlo del cuerpo que ha poseído tiene que sacrificar al huésped… bueno, eso no es problema. Este es el protagonista narrador de El demonio de Próspero, un exorcista tremendamente eficaz y sin demasiados escrúpulos.

Y sí, Próspero de Schanz es un filósofo, científico, artista… el hombre más sabio de todos los tiempos y se ha propuesto educar al recién nacido príncipe para que sea el mejor gobernante de la historia. Lástima que esté poseído por un demonio.

OPINIÓN PERSONAL

Una joya de libro. No recuerdo cuándo había disfrutado tanto subrayando páginas y páginas enteras de un libro, es que no tiene desperdicio. De lo mejor que he leído en mucho tiempo. 

No es una novela de grandes aventuras ni una historia de exorcistas al uso. La trama es solo una excusa, el hilo conductor por el que circula la verborrea mental de un personaje que te atrapa desde la primera página. Porque sí, el protagonista es un hombre despreciable con menos escrúpulos que un demonio. Pero me ha fascinado ver el mundo a través de sus ojos. El retrato no tan sutil y casi con ironía que hace de nuestra sociedad es lo mejor del relato. 

Efectivamente, el estilo de K.J. Parker es mordaz e irónico, aún siendo terror no deja de tener su gracia. La psicología del protagonista me ha parecido sencillamente brutal y el resto de personajes no se quedan a la zaga. Por último, se despide con un final inesperado, como bien prometían muchas de las reseñas que había leído. 

Entre mis favoritos desde ya y deseando leer su continuación porque me ha sabido a poco. El mundo demoniaco que ha creado y la ambientación –sobre todo a nivel "psicología del antihéroe"– pueden dar mucho juego.

«Vivimos en un mundo espantoso, donde a lo más a lo que verdaderamente podemos aspirar es a que los días vacíos y sin sentido se sucedan uno tras otro sin que las cosas empeoren demasiado.»