02 marzo 2019

Diario del búnker | Kevin Brooks

Traducción: Joan Josep Mussarra Roca | Editorial: Destino


SINOPSIS

Linus, un joven de dieciséis años, se despierta atontado en un búnker. Lo han secuestrado. No entiende por qué. Nadie se comunica con él. Su único contacto con el exterior es un ascensor que baja cada mañana con provisiones. Días más tarde en el ascensor aparecen otras personas a las que también han secuestrado.

No tienen nada en común entre ellos. ¿Qué quiere el secuestrador?


OPINIÓN PERSONAL

Linus es un joven de dieciséis años que se escapó de casa hace cinco meses. Su madre falleció hace tiempo y su padre es el típico famoso rico, drogadicto y borracho. En definitiva, un mal padre. Un domingo, a primera hora de la mañana, Linus es secuestrado. Gracias a una nota de despedida, su padre piensa que está desaparecido por propia voluntad, así que nadie va a notar su ausencia.

Una vez se despierta de los efectos del cloroformo, Linus descubre que ha sido encerrado en un búnker construido con hormigón. No hay ventanas ni puertas y la única salida es el ascensor que baja cada mañana. Nadie se comunica con él, pero hay cámaras y micrófonos por todo el búnker. De momento, Linus está solo. Pero la "casa" está preparada para seis personas.

Al tercer día, el ascensor desciende con una niña de nueve años en su interior. Su nombre es Jenny Lane. A partir de ese momento, los otros cuatro "habitantes" irán llegando a cuentagotas. Linus y Jenny son los únicos menores en el búnker, ya que el resto de personas que aparecen en el ascensor son adultos que no tienen nada en común, y ni siquiera se conocen entre sí. Entonces, ¿qué quiere el secuestrador? 

La historia está escrita en primera persona por Linus, a modo de diario. Muchas veces, la prosa es un pelín caótica, como un reflejo de todas las emociones a las que hace frente durante el cautiverio. Su estilo narrativo es muy correcto y, a pesar de que describe todo lo que ve porque no tiene otra cosa mejor que hacer, las descripciones no abusan de florituras innecesarias.

Al mismo tiempo que relata una experiencia horrible, Linus confesará su propio pasado a través de pequeñas divagaciones que nunca llegan a buen puerto. Realmente, no ha tenido una vida nada fácil. Por otro lado, solo conocemos a los demás a través de sus ojos, de modo que la psicología del resto de personajes se queda un poco en el aire. Anja y Bird son dos personas muy desagradables, Fred es un hombre enganchado a la droga y Russell Lansing es un anciano de 70 años al que Linus admira.

Mi principal problema con esta novela es que no empatizo nada con los adultos y muy poco con Linus. Soy incapaz de ponerme en su lugar, de modo que su lectura no me ha parecido tan agobiante. A pesar de que el secuestrador juega a ser dios y pone a prueba la naturaleza humana, la evolución de los personajes es tan pobre que solo he sentido antipatía e indiferencia. Sin duda, el personaje con el que más he sufrido, ha sido con Jenny.

Una novela más o menos entretenida que pierde todo interés a medida que se acerca a los capítulos finales. No me esperaba un desenlace con tan pocas respuestas. Siento que esta lectura ha sido una pérdida de tiempo. Total, no me ha aportado gran cosa. 


«Durante un tiempo me hundí en un agujero. Los agujeros son engañosos. No sabes si estás dentro de uno hasta que ya has salido».

«Lo único que podemos hacer es vivir todo esto. Vivir pasando a través de todo esto. Retirarnos al interior de nuestro cerebro, tratar de apagar el interruptor y esperar. No hay nada que dure para siempre».

«Llega un momento en el que no puedes hacer nada. Ya no puedes pensar. No recuerdas nada. Ni siquiera te enfadas. Te echas en la cama y te pasas el día mirando al vacío. Entonces las luces se apagan y miras a la oscuridad».


No hay comentarios:

Publicar un comentario