17 julio 2022

Inanición | Daria Pietrzak

Editorial: Dilatando Mentes


SINOPSIS

Silencio. Paz y tranquilidad. La caricia del sol en el rostro. Largas tardes de verano y momentos compartidos de felicidad.

Lucas soñaba con tener todo eso y mucho más: huir, dejar atrás su pasado, formar una familia y vivir en paz en su propio hogar. Y estaba convencido de que lograría hacer realidad sus deseos en el olvidado pueblo de San Nicolás.

Pero hay lugares en este mundo que no deben ser molestados, con caminos enterrados bajo el polvo que es mejor dejar atrás y recuerdos que deben descansar para siempre, sepultados bajo una capa de tiempo, donde nadie pueda encontrarlos jamás.

Lugares olvidados que aúllan con un hambre voraz, donde los fantasmas bailan bajo la luz y las sombras visten el mundo con un manto de realidad.

Son lugares como San Nicolás, que esconden terribles secretos enterrados entre sus raíces, en las profundidades de una tierra en la que nunca penetra la luz del sol.

Son secretos que caminan por sus calles cuando llega la oscuridad, con los dientes afilados y el estómago vacío, ansiosos por saciar su apetito con la carne de todo aquel que se atreva a traspasar el umbral.


OPINIÓN PERSONAL

Muchas veces la realidad es la mejor historia de terror e Inanición es un buen ejemplo. Porque aquí los fantasmas solo son el escenario de una ruptura en ciernes. La ambientación no deja de tener cierto regusto a realismo mágico y a novela costumbrista. Suena extraño decirlo así, pero "simplemente" convierte lo cotidiano en un relato paranormal. Y al final, eso es lo que más asusta de todo.

Lucas y Sam son una pareja idílica, nacidos para estar juntos. Por esa razón, Sam ha aceptado a regañadientes mudarse a un pueblo abandonado, huyendo de las dificultades económicas que han atravesado últimamente. Y nos regala uno de los párrafos que más me han impactado de la novela: «Dirigí una última mirada por el espejo retrovisor hacia el mundo que dejábamos atrás, impulsada por el deseo de despedirme de la vida que había conocido hasta ahora, o quizás por la necesidad de confirmar que el camino seguí allí, detrás de nosotros.»

Llegados a este punto, Lucas se presenta como un protagonista completamente desconectado de la realidad que vive con normalidad la aparición de un niño fantasma e interactúa con él pensando que es un amigo imaginario. Mientras que Sam se ve obligada a interpretar el papel de adulta responsable de sí misma por primera vez. Con el paso de las horas, la ruptura entre ambos protagonistas se va haciendo cada vez más palpable y por las grietas se cuelan los fantasmas que habitan San Nicolás.

Los protagonistas representan estilos de vida muy diferenciados que chocan a lo largo de toda la novela, aunque apenas comparten tiempo juntos. Sinceramente, no sabría decir qué personaje me ha parecido más indigesto de todos los que desfilan entre sus páginas. En absoluto retrata una realidad agradable, porque la cruda realidad es que la infancia no tiene por qué ser la edad de la inocencia.

San Nicolás es un pueblo con cicatrices que nunca han dejado de supurar y la llegada de la pareja está reabriendo viejas heridas. Porque «Algunos sucesos del pasado pueden quedar atrapados en un lugar.»

La ambientación del pueblo, ese mundo de cenizas en escala de grises, me ha parecido impresionante y dejará más que satisfechos a los amantes del género. No es un libro de grandes sustos y en contadas ocasiones recurre al gore más sangriento. El trasfondo social es suficiente para dejarnos con mal cuerpo, la sensación de estar pisando una tierra que nos resulta familiar es tan real que provoca escalofríos.

Sobra decir que mi lista de peros es bastante breve. Desde las primeras páginas, los personajes me han parecido un poco anticuados y no se desmarcan en ningún momento de los roles más clásicos (novia manipuladora, novio inmaduro, madre sobreprotectora...). Imagino que esa era la intención, pero muchas veces me ha costado empatizar con sus miserias precisamente porque no comparto su forma de ver la vida.

Por último, el final me ha dejado un poco fría. Demasiado drama, la fatalidad se estira lo indecible hasta agotar el recorrido de todos los personajes, incluso de los que en principio no parecían relevantes. No digo que la historia decaiga, pero ver la "realidad" que esconde el pueblo no me obsesiona ni un poco. Personalmente, me ha entusiasmado más lo incorpóreo que el gore.

Finalizo mi reseña confirmando que la prosa de Daria Pietrzak es sencillamente soberbia. Las descripciones que hace de absolutamente todo te ponen los pelos de punta, maneja los tiempos con maestría y te mantiene en tensión hasta las últimas páginas, incluso cuando parece que todo ha terminado.


«Algunos sucesos del pasado pueden quedar atrapados en un lugar.»


No hay comentarios:

Publicar un comentario