Ilustraciones: Kalisdice | Prólogo: Elena Díaz-Valdés
SINOPSIS
La mancha en el papel, eso era yo en esos años de infancia. Un simple borrón que tiraban al suelo, pateaban y escupían, para luego cerrar los ojos y escuchar sus risas. Más de una vez me hundí, me ahogué y no pude salir. Miré a la muerte a la cara, y sus cuencas me mostraron como iba descubriendo paso a paso una carretera llena de colores con grandes socavones. Y, a pesar de todo el dolor, pude imponerme, recoger la corona del barro y hacerme el rey de mi mundo. Yo conseguí hacer presente mi futuro y hoy te muestro mi pasado.
Si te identificas con algo de esto, quiero que sepas que no estás solo y te juro que, aunque duela, el bullying termina y vuelves a respirar.
OPINIÓN PERSONAL
Este poemario es un fiel retrato de «años de patios y llantos» y cuenta la historia de un cadáver andante que solo se arrastra, un alma en pena que no siente porque está lejos, donde no pueden hacerle daño. Percibe los sentimientos como «dagas afiladas que duelen por dentro mientras luchas por aguantar». El daño físico ha conseguido meterse en su cabeza, los monstruos se han convertido en pensamientos y escucha esas voces recurrentes que todos los muertos en vida oímos.
Describe cómo nos rompen en pedazos que intentamos unir, levantando una coraza para protegernos. Mientras se pregunta por qué tiene que ser el objeto de las burlas, pide una ayuda que no llega y la esperanza se apaga a golpes. No acusa únicamente el maltrato de los compañeros, llega un punto que no puede confiar ni contárselo a nadie, los profesores parece que miran hacia otro lado y la soledad lo consume.
Es un libro que hará bien a muchas personas, aunque retrata las horas más tristes y oscuras del bullying. Son poemas duros que suceden en el borde del abismo, habla de suicidio, pero nos recuerda que siempre habrá una mano que nos quiera salvar y que «todo pasa». Gian Kôsui sufre el rechazo por salirse de la normalidad aceptada y su adolescencia es una metamorfosis del dolor. No solo recompone los pedazos, se mantiene fiel a quien es, se sobrepone y se acepta.
Me ha emocionado que entienda el arte como un salvavidas, se distrae con música y en las letras, escribiendo como desahogo. El arte en todas sus formas nos acompaña y nos ayuda a sentirnos menos solos en un mundo que desangra nuestra inocencia. Me ha parecido un libro completo en cuanto a mensaje, cargado de incomprensión e impotencia, pero también de fuerza y esperanza. Cuando comprendes la cubierta es un choque emocional, siendo un trabajo de ilustración magnífico.
El estilo poético es agradable y el modo en que juega con el tamaño y el color de las palabras me parece un recurso interesante. Es una edición muy visual, decora los textos con pequeñas ilustraciones y dibuja diez veces un reloj de arena. El libro es una cuenta atrás que consume y transforma a una persona desde la infancia hasta la edad adulta. Un detalle que me ha ganado en la misma medida que todo lo anterior.
cuesta...»
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