Traducción: Rebeca Rueda Salaices | Editorial: Factoría de Ideas
SINOPSIS
Esta saga diabólicamente divertida de la escritora Heather Brewer guía al lector a través de una emocionante aventura llena de personajes oscuros y símbolos místicos, identidades secretas y motivos ocultos, poderes sobrenaturales y angustias adolescentes. El instituto es una pesadilla para Vladimir Tod, un chaval de trece años. Los abusones lo acosan, el director lo vigila de cerca y la chica que le gusta prefiere a su mejor amigo. Ah, y Vlad guarda un secreto. Su madre es humana, pero su padre era un vampiro. Sin la más mínima idea del alcance de sus poderes y sin nadie que lo oriente, Vlad lucha todos los días contra su apetito por la sangre y sus colmillos indiscretos.
Sin embargo, pronto se dará cuenta de que tiene un problema mucho más grave: le sigue la pista un cazavampiros que se acerca… ¡y rápido!
OPINIÓN PERSONAL
Vlad Tod es un medio vampiro que vive con su tía Nelly en Bathory. Hace tres años, sus padres fueron asesinados de forma extraña. En la actualidad, el profesor Craig ha desaparecido y un misterioso hombre vestido de negro está buscando a Vlad.
Estas son las incógnitas que intenta resolver el vampiro adolescente con ayuda de su amigo Henry, el único que sabe su secreto vampírico, a parte de Nelly. Mientras, Vlad es objeto de burlas en el instituto por su aspecto gótico y desconfía de Otis, el profesor de lengua sustituto que les habla de mitología por la cara.
Hay escenas surrealistas, otras que despacha en una página y no profundiza en las emociones más cotidianas, como la fiesta de Halloween, San Valentín... Vlad está enamorado de Meredith, una chica guapa y un poco tontita. La mitad humana me sobra bastante y no aporta nada de interés, solo relleno.
La parte vampírica es bastante trillada, con el clásico Consejo de Vampiros y una supuesta profecía que de momento queda en segundo plano. Los saltos temporales son demasiado bruscos y mal hilados, es un libro simple, pero entretenido y rápido de leer. De adolescente no me habría fijado tanto en los fallos.
«El mundo está lleno de monstruos con rostros amables».
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