02 marzo 2019

Flores para la señora Harris | Mrs. 'Arris 1 | Paul Gallico

Traducción: Ismael Attrache | Editorial: Alba


SINOPSIS

La señora Harris, una viuda de cierta edad que se dedica a limpiar casas de la clase alta londinense, descubre un buen día, en el armario de una de sus más ricas clientes, un par de vestidos de Dior que la dejan cautivada. Contra todo pronóstico, decide que ella quiere −necesita− uno de esos vestidos, aunque nunca vaya a tener ocasión de llevarlo. Cuando se entera del precio, en lugar de venirse abajo, empieza a ahorrar para conseguir su objetivo e inicia así un largo proyecto que, al cabo de dos años, acabará llevándola a París. Sus aventuras en la casa Dior, de la mano de madame Colbert y la bella modelo Natasha, y sus inopinados atisbos del gran mundo parisino la llevarán por un camino en el que no faltan ni el desprecio ni finalmente la amistad. 

Flores para la señora Harris (1958) tuvo tanto éxito en su día que su autor, Paul Gallico, llegaría a dedicar al singular personaje tres novelas más. Esta fábula sobre una persona inocente que es capaz de extender su bondad sobre los demás tiene desde luego mucho de cuento de hadas, pero es asimismo una comedia social de espíritu realista, terriblemente aguda y divertida.


OPINIÓN PERSONAL

Ada Harris es una señora de la limpieza londinense que, a punto de cumplir los sesenta, "iba" a las casas de una clientela de clase alta en las zonas más elegantes. Cuando su marido murió, hace veinte años, la dejó sin un penique. Puesto que la pensión le resultaba insuficiente, la señora 'arris (ella pronuncia su apellido aspirando la H inicial) se vio obligada a buscarse la vida. En su vida no había existido otra cosa que un sinfín de trabajos pesados, únicamente aliviados por alguna esporádica asistencia al cine, al pub de la esquina o por una velada en el teatro de variedades.

Un buen día, encuentra un par de vestidos de Dior en el armario de una de sus clientes más ricas. Por muy anodina y gris que pareciera su existencia, la señora Harris siempre había deseado verse rodeada de belleza y color, algo que hasta el momento se había manifestado en una gran afición a las flores. Pero ahora, está decidida a conseguir el dinero que sea necesario para comprar un vestido tan carísimo ¡que ni siquiera piensa ponerse! porque "conoce su puesto social". A la señora Harris le daba la impresión de que, si tenía un vestido tan bonito que costaba cuatrocientas cincuenta libras, no habría nada más sobre la faz de la tierra que pudiese desear.

A partir de ese momento, la señora Harris comenzará a ahorrar, privándose incluso de los pequeños placeres de la vida para alcanzar su sueño ¡al cabo de más de dos años! Su amiga y álter ego, la señora Violet Butterfield, que la ha apoyado día y noche, se ofrece a cubrir su ausencia en el trabajo cuando la señora Harris viaja a París para hacer un recado de gran envergadura: personarse en la tienda de vestidos de Christian Dior, el centro de moda más exclusivo del mundo, para comprarse ¡por fin! el dichoso vestido.

En un principio, esperaba tener que relacionarse lo menos posible con los franceses, porque ¡tela marinera lo que le habían contado de ellos! (Que eran inmorales, avariciosos, y presentaban una marcada tendencia a cometer crímenes pasionales y a meter cuerpos descuartizados en baúles, entre otras muchas cosas.) Sin embargo, la señora Harris es una mujer vivaracha y un poquito metomeentodo que hará lo imposible para mejorar las vidas de madame Colbert, el joven contable Fauvel y la bella modelo Natasha, aunque para ello tenga que hacer de alcahueta.

Las aventuras de la señora Harris dibujan un retrato amable de la sociedad de aquella época, ya que la clase alta desprecia a la señora de la limpieza hasta que la pasión y la determinación, casi infantiles, de la anciana se granjean la amistad de todo el mundo. En ese sentido, me ha parecido una historia demasiado idílica, tan dulce que empalaga.

Durante los primeros capítulos, conocemos de primera mano a los propietarios de cada domicilio y, a través de su comportamiento, "critica" las diferencias entre ricos y pobres. Por suerte, no abusa de exageraciones inoportunas que le resten realismo a su relato. Sin embargo, al tratarse de una protagonista tan ingenua, escribe en clave de comedia, por decirlo de algún modo, aunque no me ha hecho ni pizca de gracia y encuentro a la protagonista demasiado cargante.

La señora Harris tuvo tanto éxito que su autor le dedicó tres novelas más a este personaje, pero a mí esta primera entrega me ha parecido una lectura pesada y tediosa que no me ha dejado con ganas de más, a pesar de que no se trata de una novela especialmente extensa y la prosa es muy fluida. El autor ha descrito perfectamente la obsesión de una mujer que solo desea comprar algo bonito para decorar su día a día, pero su constancia no me aporta gran cosa teniendo en cuenta que me he sentido hastiada la mayor parte del tiempo.

Efectivamente, la moraleja final tiene mucho de cuento de hadas porque le concede más importancia a la amistad y a los recuerdos felices que a los bienes materiales.

En conclusión. Una novela de carácter risueño que retrata la sociedad de la época a través de los ojos de una niña de sesenta años. Los personajes son tan irrelevantes que no provocan ninguna emoción, así que su lectura resulta muy aburrida ¡mucho!


«¿Nunca ha querido algo con tantas ganas que le entraban ganas de llorar sólo de pensarlo? ¿Nunca ha perdido el sueño por algo que deseaba, ni ha temblado porque quizá nunca lo conseguiría? Pero, si una persona quiere algo con la fuerza suficiente, siempre hay formas de conseguirlo. La verdad es que también hay que tener un poquitín de suerte, eso sí».