19 marzo 2024

La Divinidad Perdida | Canto Primero | Iván Lougedo Abarca

Ilustración de cubierta: Leonardo Amaya


SINOPSIS

«Desde el principio supo que era la pérdida lo que la iba a definir».

Erika, una monja de la Orden de los Zeros, se encuentra en un momento decisivo de su existencia. Durante su adiestramiento, fue despojada de sus recuerdos y ahora viaja por el reino de Acria, enfrentando los fragmentos de un pasado que insiste en manifestarse. Con cada paso, se acerca a una verdad que había sido olvidada: una trama llena de pecados y secretos deseosos de salir a la luz.

En su travesía, Erika se topa con personajes tan enigmáticos como ella: una joven florista que, tras una máscara de inocencia, esconde una cruda realidad; un erudito de la nobleza que pone a prueba los límites de la Historia con sus propósitos; y una dama errante cuyo empeño por redimirse podría estremecer los cimientos de la Creación.

Entretanto, los ángeles han rendido el Paraíso y el genocidio que los encumbró ha sido desvelado, trayendo desdicha a toda la Humanidad.

¿Podrá Erika reconstruir los fragmentos de su memoria a tiempo para enfrentar la inminente oscuridad que se cierne sobre todos?


OPINIÓN PERSONAL

Erika es una joven pastora que no recuerda a sus padres. Su familia la abandonó a los cinco años y fue criada por unos aldeanos profundamente religiosos. Su vida ha sido un bucle enfermizo hasta hacía dos años, cuando se enamoró de un caballero que prometió desposarla en verano. Sin embargo, una tragedia le recuerda a Erika que su sangre nació del pecado y los aldeanos deciden ingresarla en un convento de la Orden de los Zeros.

Como monja juramentada, Erika es una soldado de Dios, consagrada a la causa de la Divinidad Perdida, y ejecutora de las órdenes de la Santa Sede. En su eterna lucha contra el Maligno, los zeros renuncian a la vida en el Paraíso, a su pasado y a todo lo que fueron. «Soy un ser ficticio, sin pasado» y como tal, Erika es forzada a despojarse de sus recuerdos e identidad.

Aunque los zeros tienen órdenes de no posicionarse en conflictos bélicos, la intriga política es un mapa fragmentado que se dirige a una guerra entre la ola progresista del monarca acriano y el reino de Usia. Por desgracia, la guerra entre el Estado y la Iglesia no es el único peligro que amenaza el futuro de la humanidad, los Hijos de la Funestidad caerán sobre nosotros cuando la luna cambie.

La historia protagonista de este primer canto es la guerra entre reinos, así como las conspiraciones para coronarse rey o papa en una época medieval. No obstante, la fantasía religiosa gana fuerza a medida que los personajes cuestionan las Sagradas Escrituras, revelando qué es la Divinidad Perdida, el Negado y la Funestidad.

Esta nueva interpretación del más allá y los ángeles, que ya visitamos en su anterior novela El Negado, me ha parecido lo más destacable del libro. La dicotomía entre Dios y el Maligno, que no distan mucho de ser lo mismo, es una mitología completa que aquí ofrece respuestas concisas y bien explicadas. El descubrimiento final sobre los fragmentos entre capítulos es una realidad que me ha entusiasmado.

Las primeras páginas me ha costado entrar en la historia, tardas en saber quiénes prevalecerán y la historia da pequeños saltos en el tiempo. El ritmo narrativo se presenta irregular, con momentos de muchísima acción y otros más introspectivos donde desarrolla el drama. Para leer despacio porque la fantasía se muestra en sentencias crípticas, aunque el estilo se hace cada vez menos confuso y más fluido.

Un narrador en tercera persona construye un relato coral, pasando de un personaje a otro. Salvando las distancias, recuerda a una obra de teatro: unos personajes salen y otros entran, pero siempre en el mismo decorado. El modo en que todos acaban relacionados entre sí, sin duda sorprende y me ha gustado; pero sorprende aún más que no paren de cruzarse mientras viajan por un reino inmenso.

Una novela de fantasía religiosa sobre la amistad, entendiendo la amistad también como la aceptación de uno mismo. Erika y Jeanne son dos almas atormentadas que han sufrido mucho, pero cada una afronta el dolor desde su punto de vista. Gracias a los momentos vividos, Erika duda del dogma que le han impuesto y descubre la importancia de los recuerdos para ser uno mismo y convertirse en alguien mejor.

Un libro entretenido, con buenas ideas y lleno de frases para subrayar.


«Es normal que, a veces, os duela el corazón. La vida es cruel.»

«Por muy pequeñas que sean nuestras almas, podemos luchar por lo que amamos y protegerlo.»

 

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