Ilustración de cubierta: Ana de Celis
SINOPSIS
Conocí a Madhu una noche en una isla. Desde entonces, me han ocurrido todas esas cosas que nunca pensé que me sucederían: he visitado a más de cuatro psiquiatras, he movido diez veces las macetas del patio en un mismo día, he ayudado a una persona a escapar de su país y mi madre se volvió loca. Por eso, escribí este libro.
OPINIÓN PERSONAL
Elena conoció a Madhu en la cafetería de una isla. Tras intercambiar un par de comentarios, lo invita a pasar un fin de semana en Uluwatu, con un par de amigos surfistas y ella. En la isla todo es pasajero, los visitantes están aquí temporalmente. Pero Elena y Madhu inician una amistad de las que duran décadas.
Madhu llegó a la isla huyendo de la presión familiar y la obligación de casarse. Cuando tenía 27 años, fue atropellado y, durante el año que duró la rehabilitación, lo perdió todo. El accidente cambió su mentalidad y el rumbo de su vida. Ahora, con 33 años se siente atrapado y atado a las normas de su aldea natal, en la India.
Elena lleva meses trabajando a distancia en una cafetería tropical y leyendo en un sofá al lado de la playa. Fue criada en Cádiz, por tres mujeres sin hombre: su madre hippie, una exbailarina que trabaja en un restaurante y una quiosquera. Mientras Elena viajaba, su madre iba de hospital en hospital, y ahora siente la culpa.
No esperaba un relato tan duro sobre salud mental. La relación entre Elena y su madre, desarrollada en la segunda parte del libro, sostiene la novela. Es íntima con los sentimientos de Elena, su historia está narrada en primera persona, mientras que Madhu nos habla en tercera. La prosa es escueta, con muchísimo diálogo, pero se centra en lo que es relevante, con pequeños flashbacks que nos permiten conocer mejor el pasado de los protagonistas.
Por si acaso lo pareciera, no es una novela romántica. Algunas reflexiones son una alabanza a la vida rural y la sencillez de la gente que vive despacio. Otras, ya casi al final, admiran a las mujeres independientes que persiguen sus sueños y desafían la normas culturales. Siento que las últimas páginas son un final repentino, pero es un libro humano que retrata realidades muy duras y te deja sintiendo, con una sonrisa agridulce. Una lectura agradable.
No me despido sin decir que el título lo simboliza todo y me parece precioso.
«Recibir una mala noticia cuando estás lejos es como quedarse atrapado en un ascensor. No puedes hacer nada. Al otro lado la vida transcurre, pero dentro se frena. Tienes todo el tiempo del mundo y solo una cosa que hacer: pensar».
«Cuando te suceden cosas horribles valoras la sencillez».
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