Traducción: Miguel Ros González | Editorial: Alba
SINOPSIS
Protege a tus hijas (1953) puede leerse fácilmente como una divertida inversión moderna de Orgullo y prejuicio con un toque de Mujercitas, títulos ambos que se citan en la novela. Si en la célebre obra de Jane Austen una madre se desvivía por casar a sus hijas, aquí, dice uno de los personajes, «ni siquiera la mismísima señora Bennet lo conseguiría, a menos que contara con el apoyo de unos cuantos clérigos».
La familia Harvey vive en un pueblecito no lejos de Londres justo en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. El padre es un escritor de novelas policiacas de éxito, muy celoso de su intimidad, y se pasa el día encerrado en su «vestidor». La madre, una belleza serena y delicada, tiene el hobby de pintar, come y cena muchas veces sola en su habitación, y hay órdenes tajantes de no alterarla en ninguna circunstancia. De sus cinco hijas, que nunca han ido a la escuela y se han educado en casa (no solo a base de Jane Austen y Louise May Alcott sino también de Gide y Proust), solo una se ha casado y vive en Londres. Las otras cuatro siguen viviendo en un mundo excéntrico y aislado, que a veces parece idílico y otras preocupante. Una de ellas, Morgan, va contando las pequeñas incidencias de su vida en común con jovialidad y ligereza, hasta que de pronto descubre que hay algo raro, quizá hasta cruel, en ese aislamiento.
Diana Tutton, con su magistral uso del punto de vista, guía a su narradora para establecer con el lector, en un brillante ambiente de comedia, una grata complicidad, y para que los hallazgos perturbadores se produzcan para los dos —narradora y lector— al mismo tiempo.
OPINIÓN PERSONAL
Las hermanas Harvey viven encerradas en casa para no disgustar a madre y padre. Su madre sufre de los nervios. Su padre es un escritor famoso, y rico, pero la familia vive prácticamente en la indigencia y solo tienen una persona en el servicio. De todo lo demás, se encargan las hermanas. Incluso de educar a la más pequeña, porque ninguna ha puesto un pie en la escuela y la última institutriz se fue hace años.
Pandora es la única hermana casada, la única que ha conocido el mundo exterior y considera que viven en un ambiente antinatural. Pretende que sus hermanas se relacionen con gente de su edad y se casen, una tarea que «ni la señora Bennet conseguiría».
La novela, narrada por una de las hermanas, no cuenta más, solo la convivencia y los conflictos entre cuatro hermanas maleducadas que anhelan salir y hacer vida en sociedad pese a la oposición de sus padres. Hay momentos que la situación se hace pesada.
Los pretendientes y las pocas personas que conocen fuera de la casa no me parecen del todo creíbles, no comprendo que mantengan el contacto con ellas y los ricos, por supuesto, resultan insoportables. Me he frustrado con todos los personajes, aunque entiendo que algunos detalles eran en clave de humor.
Es una obra bien escrita que retrata a las víctimas y el victimismo en el núcleo de una familia enfermiza, yo he sufrido porque es más habitual de lo que se cree.
«Parece que el mundo exterior nos trastoca un poquito las ideas cuando lo conocemos».
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