Ilustraciones: Anuska Allepuz | Editorial: Nórdica Libros
SINOPSIS
«Isabelle Dumarchey tenía diez años cuando una gitana le pronosticó que moriría sedienta y de pie, tal vez bailando, en un día de invierno muy lluvioso, de un año imposible de determinar. Sus padres no le dieron mayor importancia a esas palabras.» A partir de ese momento toda su vida consistirá en evitar esas circunstancias, siempre alrededor de una fecha determinada. Cada año, al acercarse el día, vivirá aterrada por la posibilidad de que acontezcan los elementos que confirmarían el fatal augurio.
OPINIÓN PERSONAL
Isabelle Dumarchey, única protagonista de este relato, es una mujer que... Bueno, en realidad, desconozco por completo la personalidad de Isabelle. Lo único que sabemos es que vive dominada por el miedo. También conocemos su estado civil y su profesión. Y que la vida no deja de enviarle señales, o más bien advertencias, para que no olvide cuál es su destino. Y aunque ella sabe que no podía una pasarse la vida pensando en el día de su muerte, ha crecido alimentando su miedo a morir.
En cierto modo, no necesitamos conocer ningún otro rasgo de su personalidad. Cualquiera puede sentirse plenamente identificado con esta protagonista, sobre todo si le obsesiona lo que podría llegar a suceder el día de mañana. Pero me habría gustado que destacase más lo vulnerable que puede llegar a sentirse una persona si permite que el miedo tome las riendas de su vida. En definitiva, su protagonista me ha sabido a poco.
El día señalado es uno de los relatos incluidos en Exploradores del abismo (Anagrama, 2007). Es decir, se trata de un relato bastante breve que apenas ocupa 76 páginas, y hay que tener en cuenta que la letra de esta edición ilustrada es bastante grande. De modo que se lee en un rato. La prosa de Enrique Vila-Matas, por otro lado, es sencilla y amena. La historia está narrada en tercera persona del pasado, aunque podría estar narrada perfectamente en primera persona, porque todo gira en torno a Isabelle.
Sinceramente, no estoy segura de cómo valorar esta lectura. Por una parte, me ha gustado bastante el final que le concede a la historia de Isabelle, pero su prosa durante las últimas páginas es muy desconcertante. Como suele decirse, los últimos diálogos me han parecido diálogos de besugos. Las frases que dicen son para enmarcar, pero no vienen a cuento. Por otro lado, creo que dedica demasiadas páginas al análisis de las costumbres mexicanas. Si todas las menciones a esa cultura esconden algún significado, yo por lo menos, no me he percatado del mensaje que pretendía transmitir.
Comencé esta lectura con muchísimas ganas y devoré las primeras páginas, pero el desenlace se vuelve mucho más aburrido y, hasta cierto punto, se pierde de vista el argumento. A su favor, lo que más me ha gustado ha sido el comportamiento contradictorio de Isabelle. A veces desafiante, otras veces un simple títere en manos del azar. Me ha encantado el modo en que se balancea entre dos estilos de vida: vivir obsesionada con el destino o enfrentarse a sus miedos y vivir.
«Al hablarle de que no debía dejarse llevar por temor alguno, había introducido la palabra temor donde antes no había palabra ni temor alguno».
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