17 marzo 2017

Las efímeras | Pilar Adón

Ilustración de cubierta: The Merry Wanderers, de Andrea Kowch | Editorial: Galaxia Gutenberg


SINOPSIS

Dora y Violeta Oliver, dos hermanas que mantienen una ambigua relación, viven aisladas en una casa situada a las afueras de una comunidad. Sus miembros se han ido reuniendo en el lugar en torno a una gran casa que semeja la forma de una colmena, en busca de un estilo de vida marcado por el retiro y la autosuficiencia, por la coherencia y la introspección. Hasta que un día, una de las hermanas Oliver comienza un acercamiento hacia el tímido Denis, un muchacho perseguido por un turbio pasado que se remonta varias generaciones atrás, y desaparece. En ese espacio aislado, dominado por una naturaleza omnipresente que también establece sus propias normas, una mujer, Anita, es la encargada de conservar el equilibrio y la normalidad, al menos de modo aparente. Así, entre insectos, tierra y una densa masa de vegetación, todo parece mantenerse bajo una pacífica cotidianidad. Un modo de vida idílico que se convertirá para algunos en una opresiva trampa. Las efímeras es una novela sobre la dominación, la dependencia y el deseo de acaparar y controlar la vida de los seres cercanos. Todo ello sumergido en una naturaleza invasiva, asfixiante, de la que es muy difícil escapar.


OPINIÓN PERSONAL

No hay ningún protagonista, ya que todos los personajes tienen el mismo peso dentro de la historia. La Ruche era un colegio para niños huérfanos que, con el paso de los años, ha sido convertido en una casa a la que la gente acude en busca de ayuda porque allí habría siempre herramientas, medicinas, vendas, algodón. Bebidas y latas de conserva. Los miembros de la comunidad se sienten tranquilos y protegidos porque siempre hay alguien velando por ellos: Anita, una mujer que ha heredado de sus padres la responsabilidad de ser la tutora de una comunidad aislada, una especie de líder espiritual que supervisa el comportamiento de la comunidad. Ella decide quién se queda. Ella imparte justicia. Y nadie más.

Las hermanas Oliver viven al margen, en un lugar donde el paisaje parece haberse congelado. No se relacionan con nadie, pero forman parte de la comunidad. Dora es una mujer bastante arisca que no le cae bien a nadie porque evita a todo el mundo y se niega a someterse a las normas de la comunidad. Mientras que Violeta es una muchacha más dócil y risueña. Dora y Violeta mantienen una relación más que ambigua. Dora ha asumido que ellas dos vivirían solas siempre, pero Violeta se he enamorado y su hermana no ve su relación con buenos ojos. Dice que su enamorado Denis está loco y le prohíbe verse a escondidas con él, atentando contra la libertad de su hermana.

Todos los personajes están bien construidos, pero no empatizo con ninguno de ellos. Dora es insoportable y cada vez que abre la boca me dan ganas de cruzarle la cara. Anita es una mujer que se ha resignado a ser infeliz y me pone de los nervios. Tom, el hombre que convive con Anita, se contradice a sí mismo todo el tiempo y no me queda nada claro qué quiere en la vida. Denis es un desequilibrado mental, aunque razones no le faltan. En resumen, la única que me despierta un poco de simpatía es Violeta, una mujer atormentada por culpa de una hermana desquiciada.

La prosa me ha parecido correcta y muy descriptiva. Puede que demasiado. En ocasiones, profundiza más de la cuenta en el más mínimo detalle para que no pasemos nada por alto. Muchas veces, da la impresión de que la historia no termina de arrancar, aunque se lee con bastante fluidez porque no son descripciones demasiado cargantes. Por cierto, la novela está escrita en tercera persona y a dos tiempos, ya que alterna entre el pasado de la comunidad y el presente. Aunque le concede prioridad a la época más actual.

Pensaba que la novela se centraría básicamente en analizar una sociedad tan peculiar como ésta, pero la comunidad en sí apenas tiene protagonismo en toda la novela. La autora se limita a profundizar en la psicología de los personajes que he citado anteriormente: Anita y Tom, Dora, Violeta y Denis. Durante las primeras páginas, me costó mucho meterme en la historia, pero cuando la novela retrocede en el tiempo para contarnos la historia de la Ruche, me atrapó por completo y no podía parar de leer.

Sin embargo, cuando la historia regresa al presente, todo mi interés por la novela se fue apagando poco a poco. Además, hay capítulos totalmente prescindibles, como el viaje en tren de Tom o las pruebas que realiza Denis en el embalse. Son capítulos muy aburridos que no cuentan nada relevante y que rompen el ritmo ágil de la lectura. De modo que a mitad de novela, la historia atraviesa pequeños altibajos que no auguran nada bueno.

Y efectivamente, el final me ha decepcionado. No me gusta nada cómo ha cerrado la historia. De acuerdo que su desenlace sea correcto y puede que hasta simbólico, pero me parece un final atropellado, casi un despropósito. La premisa era muy interesante y las primeras páginas me engancharon totalmente a su lectura, pero el resto de la novela no me ha llegado.


«La gente actúa de un modo normal hasta que un día unos cuantos dejan de ser normales y empiezan a hacer cosas raras. Y arrastran a los demás.»


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