Traducción: Miguel Ros González | Editorial: Impedimenta
SINOPSIS
Esposas sin maridos, madres y hermanas, mujeres que se debaten entre el arte y la familia. Amor, vanidad y soledad. Una madre trabajadora que puede con todo y acaba sus enloquecidos días con una sempiterna sonrisa, un prestigioso científico que acaba de recibir el Nobel por el descubrimiento de "la vanidad de los genes" o una mujer que suspira aliviada cuando se entera de la muerte de su esposo son parte de un exquisito elenco de personajes que protagonizan unas historias que son un trasunto de la vida cotidiana de nuestra época. Sumamente atractivos, los relatos destilan los temas que han marcado la narrativa de Drabble: mujeres y relaciones, Inglaterra y el extranjero, melancolía y exaltación, trabajo y familia, clase y modales, feminismo, sensualidad y claustrofobia.
OPINIÓN PERSONAL
Solteras, casadas, madres, amantes, viudas... Las protagonistas de estos relatos son mujeres cotidianas y, aún así, excepcionales. Margaret Drabble no transforma la realidad, simplemente desnuda el pensamiento femenino y retrata las circunstancias de todas estas mujeres sin ningún tipo de censura. De manera que cualquier detalle banal se vuelve, de pronto, trascendente. Circunstancias, por otro lado, que cualquier lectora puede hacer suyas hasta el punto de sentirse identificada en mayor o menor medida. No obstante, en ningún momento he experimentado con ellas la complicidad que me esperaba dadas las características de estos relatos.
Objetivamente, la prosa de esta autora es una auténtica delicia. En cambio, la prolongada ausencia de diálogo y sus excesos descriptivos se me han atragantado desde las primeras páginas. Su lectura no me ha parecido nada amena. Al contrario, hay que armarse de paciencia para disfrutar de un ritmo narrativo tan pausado. Por otro lado, una de las cosas que más me han gustado de su prosa es que no describe tanto lo que se ve, como lo que se siente. Es decir, se centra más en el mundo interior de los personajes que en los paisajes que frecuentan.
Para ser sincera, me ha costado finalizar esta lectura. A medida que avanzaba, se me iba haciendo cada vez más aburrida e irrelevante. Pero en absoluto considero que estos relatos no sean dignos de mención. Definitivamente, la autora le concede una intensidad apabullante a todo lo que escribe. Demasiado intimista para mi gusto. Curiosamente, si tuviera que elegir un relato, me quedaría con el primero (La Torre de Hasán). Y digo curiosamente, porque es el único relato que analiza la trayectoria personal de un hombre. Desconozco la razón, pero el resto de relatos no me han provocado la misma emoción que el primero.
«Creo que un mecanismo diminuto se ha roto en mi interior. Hasta ayer, tenía un pequeño dial que giraba hasta que estas personas quedaban enfocadas como gente agradable, inofensiva y bienintencionada. Pero se ha roto, ya no volverá a girar.»
«Quienes olvidan, olvidan, le diría él más adelante; y quienes no olvidan, volverán a encontrarse.»
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