03 septiembre 2018

El Día del Dragón | Gabriella Campbell, José Antonio Cotrina

Ilustraciones: Lola Rodríguez | Editorial: Naufragio de letras



SINOPSIS

Fran, Carol y Kang Dae eran tres niños con una vida muy normal, hasta que un misterioso y codiciado objeto cayó en sus manos: un huevo de dragón. Ahora que se han convertido en sus guardianes, deberán protegerlo de todos aquellos que quieren hacerse con él para sus propios y maléficos fines.


OPINIÓN PERSONAL

Fran, Kang Dae y Carol son tres niños normales y corrientes que estudian en el Internado para Niños Singulares de Suburbia. Que de singulares tienen más bien poco, porque sus compañeros de clase también son niños normales y corrientes. Por ejemplo, Elena Menta y sus amigas son el típico grupo de chicas populares que solo tienen un propósito en esta vida: destruir las ilusiones de los demás. En el lado opuesto, nos encontramos con el típico grupo de amigos frikis que hablan un poco raro porque juegan demasiadas horas al MoM. (Esta parte es un poco ofensiva, ejem). En definitiva, el Internado para Niños Singulares de Suburbia es una escuela normal y corriente.

Pero, dentro de poco, tres alumnos van a dejar de ser normales y corrientes para siempre... Fran y Kang Dae son amigos desde hace tiempo, pero Carol es la nueva, una chica poco sociable que no habla con nadie a pesar de que no parece especialmente tímida. En una de las excursiones anuales del Internado al bosque Calamitoso, Fran, Kang Dae y Carol descubren una ciudad subterránea que desapareció hace siglos. Y allí, en la ciudad de Draconia, encuentran el último huevo de dragón.

Cuando los niños tocan el huevo, los tres se convierten en sus guardianes por arte de magia y adquieren extraños y diferentes poderes para protegerlo de enemigos como Miranda, Baltazar y Flamígero, quienes desean hacerse con el huevo en su propio beneficio. Pero es que  los enemigos del dragón tampoco tienen nada de normal y corriente. Miranda desea conquistar el mundo, Baltazar quiere ser eternamente bello y, en cuanto a Flamígero Flambeau, digamos que solo pretende alimentar su ego. Y mientras persiguen a los guardianes, Baltazar y Miranda no dejan de pelearse entre sí por culpa de un amor frustrado.

No obstante, este trío de enemigos tan caricaturesco será la menor de sus preocupaciones, ya que el Azote de Mundos, el Señor de la Oscuridad, el Emperador del Mal también va tras el rastro de los guardianes. Solo que, en su caso, necesita la sangre de un dragón para destruir el mundo y toda forma de vida conocida.

Y así es como Fran, Kang Dae y Carol inician un viaje de lo más disparatado a través de mundos imposibles, porque esta fantástica historia es una parodia desternillante que se nutre de las clásicas novelas de aventuras. Lo que significa que he disfrutado como una niña pequeña cada vez que reconocía alguno de los guiños que hacen a otras novelas, películas, juegos... y os aseguro que hay un sinfín de pequeños homenajes.

Yo diría que la edad recomendada es a partir de los 12 años, pero creo que un desenlace tan cómico e insólito puede parecernos igual de divertido a cualquier edad. Yo misma, me he reído un montón con todos los chistes malos. Pero es que, además, considero que la historia es más adulta de lo que aparentaba en un principio. De hecho, no solo parodia obras de ficción, sino que también ironiza sobre la sociedad y nuestro día a día. Por supuesto, desconozco si esta parte más "crítica" es un mero producto de la casualidad, pero me ha sorprendido muy gratamente. 

Si tuviera que buscarle los tres pies al gato, diría que los protagonistas son el único punto flojo de la novela, pero solo porque me he quedado con las ganas de conocerles un poquito mejor. Fran, Kang Dae y Carol se parecen demasiado y apenas hablan de sus respectivas vidas. No obstante, hay que tener en cuenta que la literatura infantil rara vez profundiza en la psicología de los personajes, especialmente la de los adultos, y se centra más en la acción. De todas formas, me parece a mí que su historia no ha hecho más que empezar... ¡y yo encantada!

Por último, la edición de Naufragio de letras me ha parecido maravillosa y las ilustraciones de Lola Rodríguez han sido la guinda perfecta para un pastel de oro. Por cierto, la maqueta con instrucciones que nos permite construir nuestro propio dragón de papel es ¡una monada! y se merece otro sobresaliente.

En conclusión. Una novela juvenil MUY entretenida. Las aventuras son tan disparatadas y los personajes taaan absurdos que no he parado de reírme. Además, los autores parodian diversas obras de las formas más inesperadas. Sin duda, lo recomiendo.


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