21 junio 2019

El gato | Georges Simenon

Traducción: José Ramón Monreal | Editorial: Acantilado


SINOPSIS

Émile, un obrero retirado y un algo tosco, conoce a Marguerite, una mujer afectada y puritana que vive en el recuerdo de un pasado mejor, con quien termina casándose para compartir su soledad. Pero pronto las desavenencias entre ambos se hacen evidentes y la vida matrimonial se transforma en un infierno. La desaparición del gato de Émile es el detonante de un cruel enfrentamiento que lleva a los ancianos a la destrucción.


OPINIÓN PERSONAL

Émile Bouin es un obrero retirado y algo tosco, que había vivido felizmente casado hasta los setenta y tres años. Su primera mujer, Angéle Delige, era una mujer alegre, ruidosamente alegre (y también algo tosca) que, desgraciadamente, falleció poco después de que un accidente de autobús la dejara inválida. La vida seguía su curso en torno a él, pero tenía la sensación de estar excluido de ella.

Marguerite Doise es una viuda afectada y bastante puritana, considerada una especie de aristócrata por todas las propiedades que ha heredado. Durante más de treinta años, había estado casada con Frédéric Charmois, primer violín de la Ópera, un hombre tan distinguido como ella. Su familia siempre ha tenido una reputación intachable. Pero ahora solo le quedan recuerdos de un pasado mejor.

Émile y Marguerite terminan casándose por miedo a la soledad. Sin embargo, nunca habían intimado como marido y mujer. La viuda no sentía ningún afecto por él, y Bouin empezaba a considerarse poco menos que una especie de criado para ella. De hecho, los personajes son un pelín machistas en este punto, ya que Marguerite está convencida de que necesita a un hombre en su vida, porque una mujer sola se siente torpe, completamente perdida frente a la más mínima cosa.

«No la tenía tomada con ella. Con quien la tenía tomada era consigo mismo, por haberse casado con ella, porque no era el hombre que podía hacerla feliz.»

Lo cierto es que Émile no ha sido santo de mi devoción, aunque durante las primeras páginas parecía que iba a ganarse mi simpatía. Pero me supera cómo trataba a su primera mujer. Definitivamente, Bouin era (y sigue siendo) un mal marido, un bestia que insultaba y engañaba a su difunta esposa, quien se reía de las palabras gruesas que le decía y no le concedía la menor importancia a los escarceos amorosos de su marido.

Por otro lado, Marguerite es una mujer manipuladora y dramática que siempre culpa a los demás de los infortunios que ella misma provoca. Necesitaba ser desgraciada, sentirse víctima de la malicia de los hombres para luego susurrar alguna palabra de perdón. Cuando se trata de venganza, está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias. Y llega incluso a servirse de una cómplice tan maliciosa como ella para darle el golpe de gracia a su marido.

«Vivía en un mundo muy suyo, un mundo imaginario que coloreaba a su antojo. Y ahora debía soportar a un hombre de carne y hueso, ruidoso, de andares pesados, que fumaba unos puros pestilentes y olía a animal.»

Su matrimonio nunca había sido un camino de rosas, pero la desaparición del gato de Émile es el detonante de una convivencia cada vez más despiadada. Émile acusa a su mujer de haber envenenado al gato con el que estaba encariñado, incluso antes de conocerla. Un gato que le infundía a la mujer un terror casi supersticioso. Durante los siguientes cuatro años, su principal problema es pensar quien se iría antes al mundo y sus únicos diálogos se producen a través de las notitas envenenadas que se escriben el uno a la otra. Cada uno de los dos se sentía víctima y consideraba al otro un monstruo.

«Los niños juegan a la guerra. Entre ellos dos, ahora, había una auténtica guerra, aún más apasionante. Cada uno pensaba en la muerte del otro, cada uno, de modo más o menos declarado, la deseaba, deseaba ser el superviviente.»

Aunque está escrita en tercera persona, el relato se centra mucho más en las reflexiones de Émile, así que conocemos los entresijos del matrimonio de manera progresiva, a medida que el protagonista recuerda los últimos años y hace, también, un poco de autocrítica. Del mismo modo, los tiempos se confunden muchas veces y el orden cronológico termina siendo un poco caótico. En un principio, el estilo narrativo no me disgustaba demasiado, pero la historia se vuelve cada vez más aburrida y monótona porque el autor se repite continuamente con los mismos reproches.

Por último, quería compartir una curiosidad que me ha parecido de lo más interesante: Georges Simenon escribió El gato acuciado por la dolorosa separación de su segunda esposa, Denise, quien le había abandonado tras años de conflicto. El propio Simenon, persuadido de que la obra era un inconsciente arreglo de cuentas con el pasado familiar, afirmó más tarde que era su novela más cruel, y su amigo Marcel Achard la calificó como uno de sus libros más estremecedores.  

«Siempre había detestado que le juzgaran, y con más razón ver a la gente prever lo que haría, cuando aún no lo sabía ni él mismo y se debatía en la incertidumbre.»  

En conclusión. El gato es la historia de un ¿amor? destructivo, un relato monótono y decadente que disecciona la intimidad más sórdida, vulgar y maliciosa de una pareja de ancianos. La pena es que me ha costado un mundo finalizar su lectura porque no es un libro especialmente entretenido. No puedo decir que el final me haya sorprendido, pero la última decisión de Émile nos hace pensar en todas las “marguerites” de nuestra vida.


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