El loco viaje de una heroína | Historias del Jodiverso 1 | Carmelo Monsalve

SINOPSIS

Al principio hubo una explosión de energía.
De esa energía nacieron los Narradores.
Sus historias dotaron de vida a la nada, pero la búsqueda de la historia perfecta los enemistó entre sí.
Eknesia, la mayor, decidió poner orden y creó el Jodiverso.
Nadie ha osado jamás romper sus reglas…

Esta es la historia de cómo se torció todo.
(Contada por mí, el menor de sus hermanos).

Es la historia del viaje de una espada hasta su destino. La historia de la portadora de la espada hasta su destino. También hay animales. Un trol. Un ventrílocuo. Un hombre muy polifacético. Una madre de familia numerosa que nunca permitiría que nadie se comiera a su hijo. Una jueza injusta. Un padre agotado… Y una salsa muy absurda para mezclarlo todo en esta sátira de algunos tropos de la fantasía.

OPINIÓN PERSONAL

«El día que Sendariol cumplió dieciocho años, Mórdrel Escalapia, descendiente de los mayores maestros herreros de Mauviel, se presentó en el castillo con la que era su mayor creación: la espada legendaria Templada, una espada destinada a acabar con el Señor del Mal que llevaba aterrorizando Mauviel durante doscientos años.»

Por desgracia, el príncipe nacido para ser héroe abandonó el castillo en mitad de una feroz tormenta... y príncipe y espada salieron volando. Mientras era arrastrada por el temporal, Templada pensaba que deseaba encontrar un portador digno con el que vivir más aventuras. Decidida a cumplir su destino, se clavó en una gran roca, donde lleva la pira de años esperando.

Siglos más tarde, en un reino que lleva siglos sin regente, Lídila Escalapia, analista financiero y nieta de un herrero, encuentra una espada antigua que, tras una serie de sucesos y tragedias, ya no se hallaba clavada en una piedra.

Lídila es tranquila y poco aventurera, solo se preocupa de sí misma y algunas veces toma decisiones de dudosa moralidad, también es vengativa y tiene muy mala leche. Cuando reconoce la espada heroica forjada por su abuelo, decide buscar un nuevo elegido para devolver el equilibrio al Jodiverso y recuperar el honor de su familia.

Guiada por un secundario, acude a la antigua cuna del comercio buscando: -un aprendiz de héroe para entregarle la espada y -un mentor de héroe para dejarlo a su cargo. Pero «a veces hay que hacer las cosas uno mismo porque nadie más está dispuesto a hacerlo» y más importante: «había una serie de reglas dictaminadas por un poder omnipresente: el Jodiverso, que no es más que esa fuerza invisible que rodea a todos los mortales buscando fastidiarles porque sí, pero que al mismo tiempo convierte su vida en interesante».

En su travesía hacia el reino del Señor del Mal («un lugar tan peligroso que la muerte va con guardaespaldas»), Lídila conocerá a los compañeros de viaje más locos que puedas imaginar: un actor secundario, un loro con ínfulas de mafioso, un troll... y por supuesto, una espada con personalidad y pensamientos propios, cuyo destino es inspirar a un héroe... o heroína.

Sátira y ficción absurda de primera calidad que parodia todos los elementos de la fantasía épica con referencias de actualidad. Casi parece un ensayo narrativo sobre el viaje del héroe, un análisis cómico que parodia absolutamente todo lo que está sucediendo. Los protagonistas parecen conscientes de ser eso, personajes en una aventura donde el tiempo y el espacio son relativos. El ejercicio de metaliteratura es hilarante y la asociación de ideas también, está bien hilada (sí, ya, no significan lo mismo, era un chiste malo). 

A tener en cuenta que no es un libro que recomiende a todos los públicos porque la historia es absurda... MUY absurda... tremendamente absurda. Es justo mi tipo de humor absurdo y anacrónico con trasfondo social. Deja en evidencia el esquema clásico del héroe, con un sinfín de referencias a obras archiconocidas, y menciona como de pasada, a veces con regodeo, la sociedad actual. Yo personalmente no he parado de reír, leería mil y una páginas más.

El final es un principio tremendo, lo vi venir y me encantó.

«Una aventura no iniciada molesta más que ese agujero en la pared que haces y nunca usas porque te has equivocado al medir.»