Traducción: Clàudia Gispert Codina | Diseño de cubierta: Klapp | Editorial: Trotalibros
SINOPSIS
La joven e inocente Lucy Entwhistle acaba de perder a su padre —hasta el momento, su única compañía— cuando conoce por casualidad al viudo Everard Wemyss. Maduro, atento y caballeroso, Wemyss la protege y la guía como solía hacerlo su padre. Cuando pasados unos días le pide matrimonio, Lucy, confundida y desamparada, acepta. Sin embargo, una sombra creciente empaña su felicidad: el fantasma de Vera, la primera esposa de Wemyss, que falleció en extrañas circunstancias.
Inspirado en la propia experiencia de la autora y publicado anónimamente en 1921, este clásico del suspense psicológico, indiscutible precedente de Rebecca, de Daphne du Maurier, explora el lado más inquietante y tenebroso del matrimonio.
OPINIÓN PERSONAL
Lucy acaba de perder a su padre «y ella no sentía nada.» Su padre lo había sido todo para ella, nunca había dedicado un solo pensamiento a nadie que no fuera él, dedicando su vida entera a cuidarle. Su relación ha derivado con los años en un vínculo afectivo de dependencia e idolatría mutuas.
Cuando conoce a Everard Wemyss, Lucy está apagada emocionalmente y se aferra a él, depositando en el hombre la confianza de una niña. Wemyss se encarga de los preparativos del funeral y brinda consuelo tanto a Lucy como a su tía, la señorita Entwhistle, una solterona que se asusta de la naturalidad sin filtros de Wemyss. Es por ello que el hombre no congenia con la última y la considera una metomentodo.
Como la tía Entwhistle, nosotros también sospechamos que el viudo no es trigo limpio y esconde una segunda personalidad. Wemyss está afectado «por la cosa horrible que le había sucedido». Su mujer ha fallecido en un trágico accidente y la justicia está investigando la causa de su muerte. «El monstruo de la opinión» cree que debe pasar solo su desdicha, pero la ausencia de duelo se hace notable desde las primeras páginas.
La futura pareja se siente unida por la pérdida, son el pilar el uno del otro. Lucy es comprensiva, toda su familia es generosa y compasiva en exceso; se comporta como es debido y no soporta decepcionarlo. Por su parte, lo único que Wemyss le pedía a una mujer era dedicación y obediencia sumisa, se siente vacío sin el agradecimiento y amabilidad de ella.
Wemyss pasa de los cuarenta y Lucy es muy joven en comparación: aunque tiene veintidós años, físicamente «parece que tiene doce» y Wemyss la trata como a una niña boba, «era el hombre y estaba al mando», el sometimiento alegre e infantil de la chica lo emocionaba y enorgullecía.
Una semana después del luto, la pareja inicia un cortejo con restricciones, pese a las objeciones de la familia y los amigos de su padre, que intentan disuadirla de casarse. El compromiso Wemyss-Entwhistle nos permite vislumbrar el horror que será la convivencia. Wemyss la contempla como un trofeo y no deja de compararla con su primera esposa, una mujer egoísta y testaruda que nunca lo comprendió.
Cuesta digerir lo repulsivo que es. La novela disecciona con detalle el sometimiento que desgasta y anula a la mujer, cómo se fragua el maltrato psicológico antes y dentro del matrimonio. Leer que está inspirado en la experiencia de la autora simplemente te parte el alma en dos. Los comentarios del hombre ningunean a la «niña tonta» que va desapareciendo bajo el influjo de un déspota sin escrúpulos ni empatía.
La historia está narrada en tercera persona, es un relato omnisciente que conoce los pensamientos más íntimos de los protagonistas: Lucy, Wemyss y la tía Entwhistle. Sin duda, lo más estremecedor de esta lectura son los pensamientos del esposo, un narcisista patológico. Me ha revuelto las bilis el retrato que hace del maltratador, pues lo conocemos desde dentro, estamos en la cabeza de un machista, y es una de las experiencias más perturbadoras que se pueden tener.
Desde un punto de vista psicológico sobre todo, me ha parecido una obra de interés. Es el retrato de una época y una mentalidad que deberían quedarse en el pasado; por desgracia, siguen teniendo la misma vigencia. Ha detallado el maltrato con una exactitud que abruma, sin “recurrir” a la violencia física. Y en ese sentido también me ha parecido maravillosa porque da a conocer el principio, cómo todo empieza con buenas palabras, pequeños estallidos y manipulación.
La ambientación es desalmada, recuerda al suspense psicológico más clásico. Lucy enfrenta sola todo el recuerdo de la sangre y la muerte. Siendo sinceros, aquí no hay suspense. Desconocemos los detalles, pero sabemos cómo acabará todo y que será inevitable. No es un desenlace abrupto por nada, lo que no se ve nos deja pálidos.
«El amor la había hecho miserable, pues en el amor se escondía el miedo a herir al amado.»
«Resulta imposible hacer entrar en razón a una persona enamorada.»
«Era extraño tenerle miedo y amarlo a la vez.»
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