Traducción: Marta Morros Serret | Editorial: DeBolsillo

SINOPSIS
La epopeya de Rintaro, el joven heredero de una entrañable librería de viejo, y de Tora, un sabio e ingenioso gato atigrado, se ha convertido en un fulgurante éxito internacional. Su emocionante misión consiste nada más y nada menos que en salvar los libros que están en peligro y extender así el amor por estos objetos, bellos e inigualables, que son parte imprescindible de nuestra vida.
OPINIÓN PERSONAL
Rintaro Natsuki es un estudiante de secundaria con pocas habilidades sociales que lleva una existencia anodina. Su abuelo se hizo cargo de él tras la muerte de su madre y es de las pocas personas con las que se relaciona, pues es un hikikomori, una persona que ha decidido apartarse de la vida social y vivir en condiciones de aislamiento.
Cuando el abuelo muere, Rintaro recibe en herencia una pequeña librería de viejo llamada Natsuki. La librería se encuentra en un rincón apartado de la ciudad y vende libros de segunda mano, algunos descatalogados. Ahora que el joven tiene que mudarse con una tía, ha puesto los libros en liquidación. Pero entonces un gato atigrado le comunica una misión importantísima: necesita su ayuda para rescatar libros encerrados.
Rintaro y Tora (tigre) recorren “laberintos” y mantienen duelos dialécticos con el único propósito de salvar a los libros. Los títulos de cada laberinto son: El hombre que los tenía encerrados, El hombre que los recortaba, El hombre que solo pensaba en venderlos, y el último laberinto. Todos los bloques tienen el mismo esquema: te presentan una situación insólita, el hombre argumenta su verdad con un punto de locura y Natsuki transforma las enseñanzas de su abuelo en contraargumentos.
Pensaba que la historia era un canto de amor a la lectura, pero es un texto más bien crítico. Su filosofía literaria juzga a los lectores voraces que leemos mucho y rápido «hay que ir línea a línea, releer repetidas veces las mismas frases, y avanzar despacio y con esfuerzo para comprender lo escrito», hace de menos las “lecturas placenteras” «a menos que leas libros difíciles, no aprenderás tanto» y menosprecia a las grandes editoriales solo imprimen lo que está de moda «las librerías no son organizaciones benéficas, los libros que no se venden van desapareciendo».
En definitiva, defiende que los libros no son artículos de consumo y disecciona una sociedad que vive deprisa. El último laberinto reflexiona sobre el egocentrismo social y la falta de empatía a través de los sentimientos de Rintaro. En ese sentido, el apoyo de Sayo Yuzuki, delegada de su clase y antítesis de su compañero, se vuelve indispensable para resolver el arco del protagonista.
El gato que salvaba libros es una obra diferente, una historia para lectores cargada de metáforas, aunque me esperaba una historia más entretenida y menos repetitiva. Aún a riesgo de recibir más de una colleja, me atrevería a decir que peca un poco de clasista, pues coloca en el margen otras realidades de lectura. Me lo recomiendan mucho por el amor a los libros, pero no era lo que esperaba.
«Un libro no termina una vez leído.»
«Los libros tienen alma.»
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