11 septiembre 2024

Ese verano a oscuras | Mariana Enríquez

Ilustraciones: Helia Toledo | Editorial: Páginas de espuma


SINOPSIS

"No había mucho más que hacer ese verano", leemos. A partir de ahí, una enorme historia que se abre a tantas posibilidades como lecturas: crisis y memoria de una dictadura, incógnitas e inquietudes, desencanto y búsqueda. Personajes que se ahogan y dudan. Asesinos en serie, lo siniestro y la enfermedad. Música y consecuencias.

Eso es lo que Mariana Enriquez –cuya capacidad para distorsionar la realidad no deja de acumular y sorprender a muchísimos lectores– nos entrega en este libro ilustrado por Helia Toledo, con un espectacular debut editorial que no solo dialoga con el texto, sino que lo lleva a más formas de mirarlo y de leerlo. 


OPINIÓN PERSONAL

Dos amigas (y vecinas) argentinas de quince años pasan el verano de 1989 en un barrio de edificios que llamaban Las Torres. Ese verano, la electricidad se cortaba por orden del gobierno, por motivos que las amigas aún desconocen y no entienden. A diferencia de sus padres, que se pasan el día discutiendo sobre política, criticando la deuda externa y censurándose a sí mismos cuando hablan de la dictadura.

Sintiéndose lejanas y ajenas a los problemas del mundo, las amigas hacen cosas de adolescentes, como refrescarse en la piscina, sentarse frente a la Catedral, fumar a escondidas... y obsesionarse con los asesinos seriales después de leer un libro que compraron en la feria. A medida que pasamos las páginas, una historia cotidiana se convierte en un relato algo turbio. Más aún cuando alguien comete un crimen y las amigas despiertan a una realidad violenta y machista.

El resto de vecinos completan la crítica social, construyendo un trasfondo notable aunque poco desarrollado, prestándose casi de forma velada a una segunda lectura. De hecho, el final resulta brusco. Yo pensé que al libro le faltaban páginas.

Las ilustraciones de Helia Toledo son perfectas, su estilo encaja de maravilla con el tono de la novela y da vida a las descripciones de la prosa.


«Los nombres de nuestro fin del mundo eran crisis energética, hiperinflación, bicicleta financiera, obediencia debida, peste rosa. Era 1989 y no había futuro.»


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