Ilustraciones: Iban Barrenetxea | Editorial: A buen paso
SINOPSIS
En la familia de Benicio el oficio de pescador, así como la condición de pobreza de sus miembros, pasan de generación en generación, tanto que a día de hoy Benicio es tan pobre que, en lugar de tener una caña para pescar, tiene un bastón de escoba del que cuelga un cordón de zapato y, en lugar de un anzuelo, tiene un clavo torcido. Sin embargo la vida de Benicio da un vuelco el día en el que, al atrapar un extraño pez, de sus entrañas sale un Prodigioso Náufrago. Esté le agradecerá el favor concediéndole tres deseos, ni uno más ni uno menos. Benicio se las ingeniará para sacarles el máximo partido a estos deseos, acabando por envolverse en una espiral de deseo y codicia. Iban Barrenetxea dibuja una historia sobre la fragilidad del alma humana ilustrándola con elegantes imágenes que nos presentan el mar y el barco de Benicio como inmenso escenario de una pequeña comedia (o un pequeño drama, según la perspectiva del observador); y vistiéndola de una fina ironía vehiculada a través de una prosa musical en la que se entrelazan palabras cuyo significado real se disfraza detrás de la apariencia. Como la vida misma.
OPINIÓN PERSONAL
Benicio es un pescador tan, tan pobre; que en su casa solo se cabe de lado. De su familia, ha heredado la profesión y la miseria, ya que la pobreza de su familia se ha multiplicado con el paso de los años. Hasta que un día, Benicio pesca un pez muy extraño de cuya boca emerge un prodigioso más extraño que el pez. El náufrago es una especie de genio, un demonio atrapado en el interior del pez que está dispuesto a concederle tres deseos como muestra de gratitud por haberle liberado.
El caso es que Benicio me ha parecido más ingenuo que ingenioso, ya que la identidad y las intenciones del supuesto genio resultan más que obvias desde un principio. De todas formas, ambos me han dejado indiferente. No empatizo con Benicio ni siento simpatía hacia el Náufrago. Son personajes bastante planos, un simple vehículo para contar una historia.
La narrativa en tercera persona me recuerda ligeramente a la fórmula utilizada por los cuentacuentos, de modo que el relato nos parece más cercano. No obstante, la historia se estanca a medida que avanza y el autor se repite demasiadas veces. Y lo mismo podría decirse de las ilustraciones. Como todo sucede en el interior de la barca, las ilustraciones terminan siendo igual de repetitivas que la prosa. Lo único que cambia son las posturas de los personajes, pero siempre es más de lo mismo. En consecuencia, su lectura no me ha enganchado, aunque tampoco me haya disgustado.
Como dice el refrán, la avaricia rompe el saco. Y la moraleja de este breve cuento es despiadada, aunque "merecida". Me ha parecido original que el genio de la lámpara se haya convertido en un diablo atrapado en la barriga de un pez, al más puro estilo de Pinocho. Pero, si bien la moraleja me ha gustado, el cuento en sí me ha dejado fría e indiferente. Quizá porque el final resulta demasiado predecible y es lo único realmente interesante. Por cierto, no me queda demasiado claro si es un cuento para niños o para adultos, porque estoy convencida de que el final no agradará a todos los padres por igual.
La edición de A buen paso cumple con creces: tapa dura, texto exento de erratas. Pero... no sé. Entre que la historia no me ha convencido y las ilustraciones me han sabido a poco, me siento decepcionada, en general. Por cierto, ni rastro de una sinopsis en todo el libro. Si no consultas información a través de internet, tendrás que comprarlo un poquito a ciegas.
«Amigo mío, en la vida, como en el mar, hay tempestades y vientos favorables.»
«No es lo mismo ser pobre que ser maleducado.»
«Hay quien dice que no hay nada como ganarse el pan con el sudor de la frente. Pero, ¿quién dice que tiene que ser el sudor de nuestra propia frente, eh? ¡Sudar, qué ordinariez!»
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