06 marzo 2019

Garras y Colmillos | Jo Walton

Traducción: Marta García Martínez | Editorial: Factoría de Ideas



SINOPSIS

Este es un libro curioso y diferente. Narra la historia de una familia que se enfrenta a la muerte de su padre, de un hijo que acude a la ley para reclamar su herencia, de otro que se atormenta con la confesión que le hizo su progenitor en su lecho de muerte; de una hija que se enamora, de otra que se implica en el movimiento abolicionista y de una más que se sacrifica por su marido.

Salvo que todos los protagonistas de esta historia son dragones de garras y colmillos ensangrentados...

Tenemos aquí un mundo de políticos y estaciones de ferrocarril, de cortejos y mansiones en el campo... Un mundo en el que al morir un anciano, los miembros de su familia se reúnen para comerse el cuerpo del fallecido. Una sociedad en la que los miembros más poderosos se aprovechan de sus privilegios para matar y comerse a los hijos más débiles, con gran deleite y ceremonia, para hacerse más fuertes.


OPINIÓN PERSONAL

Para ser justa no es una novela tediosa, pero cualquier lector que busque la clásica historia de fantasía capaz de mantener un ritmo vertiginoso, se sentirá un poco decepcionado. Sin embargo, si te encantan las novelas victorianas y te apetece dar tus primeros pasos en la literatura fantástica, puede que éste sea un primer paso tan peculiar como acertado. Porque Robin Hobb define esta novela como “El Sentido y Sensibilidad del mundo de los dragones”. En palabras de la propia autora: «Esta novela es el resultado de preguntarme cómo sería un mundo si los axiomas de la novela victoriana sentimental fueran leyes biológica ineludibles». En definitiva, Garras y Colmillos es la novela que habría escrito Jane Austen si fuera una dragona.

La prosa es bastante correcta y el argumento resulta muy original gracias a una extraña fusión entre la fantasía sobre dragones y el dramatismo de la novela victoriana. Jo Walton mezcla ambos registros de narrativa con muchísimo éxito. Sin embargo, me quedo con la sensación de que no era necesario humanizar tanto a los dragones. De acuerdo, la autora ha descrito a unos dragones muy originales, con unas jerarquías políticas brutales. Esta novela es un derroche de imaginación bien canalizada, pero la historia no cambiaría ni un ápice si los protagonistas fueran seres humanos. En otras palabras, la fantasía sólo sirve para añadirle atractivo a un argumento cotidiano. 

Desde las primeras páginas, tenemos muy claro qué dragones merecen nuestra simpatía y a cuáles pensamos odiar con todas nuestras fuerzas durante el resto de la novela. Es decir, nos provoca unas emociones muy definidas con pocas palabras. No obstante, me ha costado un triunfo no abandonar su lectura; en parte, porque las novelas victorianas nunca me parecieron especialmente entretenidas. De modo que el desenlace de esta historia tampoco ha captado mi interés.

La novela gira únicamente en torno a las vidas de los cuatro descendientes del difunto: —un hijo acude a la ley para reclamar su herencia —otro hijo se atormenta con la confesión que le hizo su progenitor en su lecho de muerte —una hija se enamora —otra hija se implica en el movimiento abolicionista y —la tercera hija se sacrifica por su marido. No hay más. 


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