06 marzo 2019

Sed de amor | Yukio Mishima

Traducción: Ricardo Domingo | Editorial: Alianza


SINOPSIS

Novela urdida en torno a la pasión y la destrucción, "Sed de amor" (1950) narra la historia de Etsuko, quien, viuda, ha de trasladarse a la finca de su suegro Yakichi, ante cuya autoridad natural como cabeza de familia se plegará para acabar manteniendo una relación sexual dominada por la sumisión, aunque es de Saburo, un joven e ingenuo sirviente, de quien se enamora perdidamente. Con estos elementos aborda Yukio Mishima (1925-1970) una de sus primeras exploraciones en torno a asuntos recurrentes en su obra, como el amor y el odio, el deseo y los celos, así como el veneno que instilan en las relaciones humanas la obsesión y la frustración.


OPINIÓN PERSONAL

No ha sido una lectura nada agradable. Sinceramente, cualquier lector con un mínimo de empatía sentirá un desprecio demasiado intenso hacia la familia protagonista. Aunque la historia carezca de interés para algunos, Yukio Mishima no dejará a nadie indiferente. Es indiscutible que el autor provoca emociones tan oscuras como las pasiones que Etsuko experimenta en silencio. Casi todos los acontecimientos importantes tienen lugar en la casa familiar, un hogar claustrofóbico donde el lector también puede sentirse atrapado. En realidad no suceden demasiadas cosas, pero los sucesos se van entrelazando de tal forma que nos permiten reflexionar sobre la naturaleza humana desde una perspectiva, digamos, inusual.

Su narrativa es ligeramente tediosa cuando relata la historia de la familia. Por el contrario, el pasado de Etsuko resulta sobrecogedor. En principio, Etsuko se presenta como una víctima de una relación marital enfermiza que termina por envenenar sus emociones para siempre. Los celos que su marido le provoca a propósito enquistan su corazón hasta que el amor y el odio terminan por confundirse. Resulta escalofriante cerciorarse de que Etsuko sólo es feliz cuando su marido enferma y ella tiene que cuidarle hasta la hora de su muerte. Piensa que no estaría bien que Ryosuke sanara. Si lograban salvarlo, volvería a marcharse de casa. Desde ese momento, Etsuko se convierte en una persona despreciable.

Son admirables las descripciones que hace de una mente trastornada como la suya, la facilidad con la que parece ponerse en su lugar, trazando sus pensamientos con una exactitud escalofriante. Sinceramente, el corazón emponzoñado de Etsuko alberga una crueldad desmedida que el autor pone de manifiesto en cada una de sus acciones, con una sutileza que no pasa desapercibida para el resto de la familia. Todos son conscientes del trato déspota que reciben los sirvientes, Miyo y Saburo. Pero, al igual que Etsuko adopta una postura sumisa frente a su suegro, sus cuñados también demuestran una pasividad repulsiva, convirtiéndose en meros espectadores de las desgracias y padecimientos de cualquier persona.

En cierto modo, Yakichi es el único que me transmite un poco del extraño afecto que siente por su nuera y amante, aunque piense que Etsuko era un hermoso eccema. Y Yakichi, a su edad, no podía vivir sin un eccema. En esta novela, todo es demasiado... inmoral. Yukio Mishima convierte el desamor en odio, los celos en resentimiento y la sed de amor en sed de venganza. Los hechos se van precipitando hacia un final que me detuvo las pulsaciones. Desconozco cómo calificar esta novela, pero me ha conmocionado.


«Lo que veían sus ojos cada vez que alzaba la vista desde el suelo no era una mujer, sino una especie de monstruo espiritual, una encarnación espiritual indefinible —odiando, sufriendo, sangrando o lanzando un grito de alegría—, nervios desnudos al descubierto.»


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