18 abril 2022

La nitroglicerina que se enamoró del fuego | Silvia M. Díaz


SINOPSIS

¿Quién no ha querido empezar de cero? Vega y Jeaninne se enamoraron a una velocidad de vértigo, algo que no les gustó a quienes las habían convertido en lo que eran: ejecutoras. Y, para una ejecutora, enamorarse es una distracción. Una que no podían permitirse. Por ello, Jeaninne fue eliminada del programa. Y el 2 de octubre de 2018, cuando Vega pierde la esperanza de volver a ver a su amada, decide que conocerá la verdad en el que será su último encargo. Pero el destino es caprichoso, y quienes mueven sus hilos lo son todavía más. El amor es un arma de destrucción masiva.


OPINIÓN PERSONAL

Como bien anuncia la sinopsis, Vega y Jeaninne se enamoran a una velocidad de vértigo. Se despiertan un día y la única certeza que tienen es que se aman a primera vista y se desean con toda su alma, sin duda lo suyo es una conexión casi mística. Prácticamente con la misma inmediatez descubrimos que ambas son ejecutoras, es decir, máquinas de matar que obedecen a una misteriosa organización de la que no sabemos absolutamente nada. Llegados a este punto del relato, nos falta demasiada información para que algo de lo que sucede en esa habitación tenga sentido. 

Entiendo la historia como una metáfora (en parte porque así se explica al final de la novelette) y me ha gustado el intento, pero no desarrolla la idea lo suficiente para que el final te golpee con fuerza. El mismo argumento en una novela más elaborada habría sido un drama menos predecible. Rescato la prosa porque me ha parecido bonita y probablemente vuelva a la autora en otro libro más extenso.


«Porque cualquier lugar es mejor que aquel que reabre tus cicatrices y hurga en ellas sin miramientos. Cualquier lugar es mejor que aquel donde una vez fuiste feliz y no podrás volver a serlo.» 


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