08 febrero 2023

El cuento de la criada | Margaret Atwood

Traducción: Elsa Mateo | Editorial: Salamandra


SINOPSIS

Amparándose en la coartada del terrorismo, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.

En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela -o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir- le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.

Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.


OPINIÓN PERSONAL

Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Creo que esta frase resume perfectamente el mensaje que se esconde en las páginas de esta novela. Y el desarrollo de esta premisa tan interesante pasa por la construcción de una jerarquía social que no difiere lo suficiente de la nuestra. Las nuevas normas que imperan en esta República son deleznables, y creo que la mejor manera de presentaros esta novela en condiciones, será describiendo la posición social de cada grupo de individuos.

En primer lugar, me gustaría hablaros brevemente de las complejas condiciones de esta vieja dictadura. Durante los últimos años, los índices de natalidad han sufrido el peor descenso de la historia debido a diversos factores. Cada vez es mayor el número de mujeres estériles y tres cuartos de lo mismo pasa con los hombres, aunque de los hombres nadie habla. El planeta ha sido explotado hasta el límite y cientos de personas mueren limpiando los residuos tóxicos de las Colonias. En definitiva, los excesos cometidos por la humanidad nos están pasando factura.

Lamentablemente, a estas condiciones ambientales, se suma el hecho de que el mundo entero tiembla por la amenaza del terrorismo islámico. Entonces, fanáticos de otra ideología religiosa se aprovechan de la situación para hacerse con el control absoluto de las masas. Y lo primero que hacen, es suprimir la libertad de expresión y anular el papel de la mujer en la sociedad. Pero éste no es el contexto de la novela, esto sólo fue el principio. En estos momentos, la República de Gideon ya es un patriarcado que solo ve a la mujer como la matriz encargada de parir a sus hijos, una teocracia que no duda en castigar cualquier signo de rebelión con la muerte.

Las Criadas son mujeres “bendecidas” con el don de la fertilidad cuya única función en la vida es parir los hijos de las mujeres estériles que “merezcan” tener un hijo. Para cumplir bien su único cometido, son previamente adoctrinadas por las Tías en el Centro Rojo. Y una vez las Tías consideran que la Criada está preparada, ésta debe servir a los hombres a lo largo de su corta (y miserable) vida. Efectivamente, ser Criada significa abrirse de piernas y parir con dolor. Aquellas que logren parir un hijo sano serán recompensadas; las que no, serán declaradas No Mujeres y enviadas (a morir lentamente) a las Colonias.

La protagonista y narradora de este “cuento” es una Criada. Su verdadero nombre no es Defred, pero su nombre está prohibido. Defred sueña con recuperar a su familia y amigos, pero está sola y no puede confiar en nadie. Siempre que abandona la casa, por motivos de “trabajo”, tiene que ir en compañía de otra Criada. Pero no puede confiar en nadie. La amistad ya no existe. El amor y el deseo son pecado. En la casa a la que ha sido destinada esta vez (ya ha sido Criada de otro hombre), tampoco puede confiar en las mujeres que se ocupan de las tareas cotidianas (llamadas Marthas). Cualquiera puede denunciarte si cometes un desliz. Los Ojos de Dios, están por todas partes.

Resulta imposible olvidar esto último. Sobre todo porque, prácticamente a diario, el gobierno ordena colgar los cadáveres de los condenados a muerte en el Muro. Y cualquiera podría ser condenado a muerte. Pero los favoritos de su macabra exposición siempre son médicos que en su día practicaron abortos, curas de otras religiones y “traidores a su Género” (o sea, homosexuales).

El propietario de la casa es un Comandante, un hombre lo bastante posicionado como para que el gobierno le asigne una Criada. Para su Esposa, la Criada es una deshonra y, a la vez, una necesidad. De modo que Serena Joy (así es como se llama la Esposa de la casa) tolera a regañadientes la presencia de la Criada. Y aunque esta mujer no es santo de mi devoción, sufro cada vez que me pongo en el lugar de las Esposas. Serena desea concebir hijos, pero no puede. Y a mayores, tiene que estar presente cada vez que su marido viola a la Criada. 

En definitiva, la autora le concede un nombre a cada posición social dentro de la República, pero solo voy a describir a los personajes principales, porque la lista es infinita y sería extenderme demasiado. Solo me queda decir que la autora ha construido protagonistas muy diferenciados entre sí y profundiza bastante en la historia personal de unos cuantos.

La novela está narrada en primera persona por la Criada Defred, ya podéis imaginar lo fácil que resulta empatizar con su dolor ante semejante pesadilla. La prosa, en general, es fluida y suena natural, como si los pensamientos de Defred fueran totalmente espontáneos y no hubieran sido sometidos a ninguna corrección posterior. Me gusta ese toque de realismo durante toda la novela. Por otro lado, la protagonista se expresa sin orden cronológico, mezclando pasado y presente, lo que evidencia sin lugar a dudas el caos que se adueña de su mente en los momentos más críticos de su existencia. En general, es un relato muy descarnado.

Sinceramente, me parece alucinante que esta novela haya sido escrita en los años 80 y me da un poco de miedito que su predicción pueda llegar a cumplirse, porque ha acertado de lleno. He encontrado un montón de paralelismos con nuestra sociedad (el modo en que alimentan nuestro miedo y rechazo hacia otras religiones, cómo nos manipulan a través de los medios de comunicación, la gestación subrogada). En el cuento de la Criada, todo comienza porque ninguna precaución resultaba excesiva y nadie protestó cuando las nuevas medidas de seguridad segaron de raíz sus libertades. 

La degradación psicológica que experimenta Defred a lo largo de toda la novela, me ha parecido realmente espeluznante. Su fortaleza se va resquebrajando día tras día y, lo que antes era esperanza, se ha convertido desesperación. En todo momento, somos testigos de sus tentativas de suicidio y asesinato, comparte con nosotros su instinto de supervivencia, pero también nos destroza el corazón cuando se da por derrotada, incapaz de imaginar un futuro mejor. No obstante, la resignación no es contagiosa y el desenlace nos mantiene en tensión, con miedo a que ella sea descubierta. Necesitamos que sobreviva y se reencuentre con sus seres queridos. Que la pesadilla se acabe para siempre.

ESE final me dejó temblando. La verdad es que no me lo esperaba así, y al principio tenía un poco de enfado. Pero me lo he pensado dos veces y creo que es el único final posible para esta novela, básicamente, por todo lo que representa. Una novela que deja huella. 


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