09 abril 2023

El último vikingo | Sonia P. Kiessling


SINOPSIS

España, siglo XI. Daga es una pirata muy peculiar que por una grata casualidad, se encuentra con el que probablemente sea el último vikingo de la península ibérica en las arenas de Sevilla. Ella decide salvarlo de su destino pero eso hace que comience una persecución que parece interminable porque una secta religiosa los persigue. Juntos recorren varios puntos de Andalucía, Valencia, Baleares y Cataluña con la fanática orden de la Llama pegada a sus talones. Una aventura llena de acción, violencia, sexo y mucho ron.


OPINIÓN PERSONAL

Dueña de un barco que surca el Guadalquivir en la España del siglo XI, Daga es una pirata que roba a los ricos para dárselo a los pobres. Después de saquear en tierra firme, se encuentra con el último vikingo de la península ibérica, esclavizado como guerrero en las arenas de Sevilla. La pirata se queda tan prendada por los ojos del nórdico que no duda en separarse de su tripulación para rescatar a Reidar.

Esta causa perdida no será tarea fácil. La Orden de la Llama, una orden cristiana que extermina vikingos, los perseguirá por todo el mapa. Los fugitivos atraviesan tierras de moros, pero en cada iglesia hay un representante de esta orden católica porque los musulmanes apoyan su causa. El mundo entero tiene un pergamino con sus caras dibujadas a carboncillo ese mismo día.

Bastiones rebeldes, palacetes árabes, pasadizos bajo tierra, asaltos al castillo... las aventuras resumen los elementos clásicos de las aventuras históricas y la acción es demasiado básica. Las peleas que enfrentan a Reidar contra todos rozan la fantasía bélica en cuanto a la desproporción de su fuerza. Todo lo anterior no es más que un juego de niños para Daga, quien logra infiltrarse en todas partes, ayudada por sus armas de mujer.

La ambientación es un batiburrillo de culturas y épocas que mezcla musulmanes, cristianos, vikingos, celtas, piratas... y una ardilla. No se habla de alta mar, aquí los piratas son bandidos de los caminos y la piratería solo es una manera de expropiar los bienes que han sido robados. Es un libro lleno de buenas intenciones y escrito como mero entretenimiento para tiempos pandémicos, pero la crítica social es demasiado burda y los detalles atemporales me sacan de la historia.

Me esperaba una historia romántica para echar el rato, pero los sentimientos no tienen desarrollo. Se sienten ligados el uno al otro desde el primer día, como si el amor fuera cosa de dioses, y lo único que hacen es besarse después de cada frase.


«La vida es lo único realmente nuestro en este mundo.»


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