27 agosto 2023

La batalla de los tres mundos | Kain el maldito 1 | Elias T.U

 


SINOPSIS

Esta historia gira en torno a un joven llamado Kain, un chico normal y corriente sin ningún tipo de talento especial, un pobre desafortunado que termina envuelto en un suceso que casi le cuesta la vida, suceso en el cual pierde por completo el control de su cuerpo por una extraña y antigua maldición, para después ser arrastrado a un mundo desconocido, un mundo solo narrado en las leyendas más antiguas de nuestra historia.

Kain y sus compañeros de viaje han sido elegidos por el destino para librar una cruel y sangrienta batalla, no porque sean héroes ni defensores de la justicia, sino porque nadie más lo va a hacer y así lo ha querido la suerte.

Si Kain y sus compañeros no aceptan su cruel y difícil destino, una amenaza más antigua que la misma existencia desatará la mayor de las guerras entre los mundos y destruirá toda vida en ellos.


OPINIÓN PERSONAL

Sídhe es un mundo gobernado por tres grandes y antiguas razas: los medianos o enanos, los guardianes de los bosque o elfos y los gigantes. Existen otras muchas razas, pero con menos influencia: dragonianos, reptilianos, trols... Los humanos que habitan este mundo vinieron de Gea (nuestra Tierra) atravesando un portal con la misión de cerrarlo.

Hace 500 años, los ejércitos de Érebo atacaron inesperadamente, librando una batalla de tres mundos, y la península quedó aún más dividida por los tres reinos en guerra: El Reino Olvidado, destruido durante La Gran Guerra. El Reino Nox o El Reino Sangriento, nacido tras La Gran Guerra. Y el Reino Khaeth.

Y ahora se avecina otra Gran Guerra contra los ejércitos de Érebo.

El protagonista y narrador es un humano normal y corriente de Gea. O al menos lo era. Hasta que un vórtice apareció en su ciudad y Eolh lo cruzó empuñando una espada maldita. La maldición es un hechizo prohibido de transferencia de alma, y va saltando de persona en persona cuando el cuerpo donde está alojado muere.

Tras la derrota de Eohl en un combate a muerte con guerreros de Sídeh, Kain decide salvar a su mundo sosteniendo los restos de la espada y convirtiéndose así en el portador de una maldición de más de 500 años. Si muere, la maldición pasaría a otro ser, por lo que El Maldito es encadenado con grilletes rúnicos.

Arrancado de su mundo, atrapado en su propio cuerpo sin poder moverse ni hablar, Kain lleva encerrado casi un mes en un calabozo cuando dos ladrones rescatan al jefe del Clan Colmillo de Sangre y este decide liberar al Poseído. El alma que posee su cuerpo solo quiere averiguar quién es y no morir. ¿Cabe la posibilidad de salvar al chico si el alma no llega a consolidar este cuerpo?

La esencia de la historia me recuerda a una partida de rol, con la dinámica de un videojuego. Donde muchas, muchísimas razas de la fantasía más clásica viven aventuras mágicas en un mapa que van descubriendo. Es una novela de aventuras muy desenfadada, cargada de referencias a otras obras y con cierto punto cómico.

La batalla tiene muchos frentes abiertos, la mayoría interesantes. La historia bélica de los tres mundos y la maldición es lo que más me ha gustado, aunque la trama principal se tropieza con los hilos y la acción es muy poco organizada. Le encuentro bastantes fallos e incongruencias, pero a medida que avanza es más entretenido y tiene detalles que me han sorprendido o me han hecho gracia.

Muchas veces he tenido la sensación de que la naturaleza de la maldición no era la misma, como si hubiera cambiado de parecer a mitad de novela. Curiosamente esos cambios han sido a mejor y me han permitido disfrutar más del paisaje. Si bien los personajes no me dicen nada, la construcción de los mundos, la ambientación... se aprecia buen material para futuros libros.


«Poco a poco y de una forma casi inexplicable, más gente era arrastrada a un juego macabro y retorcido, juego donde parecía que nuestras vidas solo eran piezas sin valor en un tablero de la muerte.»

«Los humanos tenéis personalidades muy volátiles, siempre me ha sorprendido eso de vosotros. Tenéis vidas muy cortas y las malgastáis concienzudamente en disputas demasiado largas.»


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