17 enero 2025

El árbol y la enredadera | Dola de Jong

Traducción: Isabel-Clara Lorda Vidal | Ilustración de cubierta: Fry Art Gallery | Editorial: Siruela


SINOPSIS

El árbol y la enredadera, publicada por primera vez en 1954 con el respaldo del mítico Maxwell Perkins —editor también de Hemingway y Fitzgerald—, describe con admirable sutileza la intensa y compleja relación sentimental entre dos mujeres muy distintas: la desafiante y autónoma Érica y la más complaciente Bea. Una periodista y una secretaria cuya relación se intuye condenada al fracaso desde sus inicios, no solo por las evidentes diferencias de carácter, sino también por la propia naturaleza de su amor en la hostil Europa de 1938, donde los tambores de guerra son ya mucho más que una amenaza en la distancia.


OPINIÓN PERSONAL

Bea y Érica se fueron a vivir juntas un mes después de conocerse. Habían decidido que cada una haría su propia vida, pero mantienen una relación de dependencia, posesiva y llena de secretos que Bea no está dispuesta a reconocer. «Aquel deseo de independencia me impidió ofrecer y aceptar una amistad más profunda».

Bea es una mujer provinciana, burguesa y complaciente. Mientras que el carácter infantil de Érica está marcado por un pasado trágico y el desprecio que siente hacia Madre. A sus 21 años, es consciente de todo lo que se ha perdido en la vida y vive a un ritmo frenético, aunque no sabe qué hacer consigo misma. Bea llega a sentirse una figurante a su lado, pero se empeña en comprender el extraño comportamiento de su amiga y permanece atada a una relación que, en ocasiones, resulta tóxica.

Publicada por primera vez en 1954, su historia está ambientada en Holanda, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial. Pero durante muchos capítulos presenta la guerra como un escenario de fondo, retratando de forma intimista la incertidumbre y el desasosiego que recorren las calles de Europa. En una época retrógrada que consideraba una anomalía el interés de Érika, la propia Bea critica la “vulgaridad de su vida” y utiliza el término: desviada.

El libro está escrito en primera persona por Bea, quien recuerda aquellos días y se sincera consigo misma años más tarde. Comparten momentos de complicidad, pero también es un relato dotado de una crueldad y una delicadeza que hieren en lo más profundo. El nazismo acechaba a dos amigas que no podían vivir la una sin la otra y el desenlace nos es desconocido hasta bien entrado el final, aunque la narradora se encarga de ir dejando pequeñas pistas a lo largo de sus vivencias.


«E incluso ahora, con todo el paisaje de esta vida humana en mi campo visual, sigo preguntándome si quizá aquello que yo veía a lo lejos como un árbol en crecimiento no habría sido un tronco sin vida, el verdor asfixiado por la enredadera que crecía a su alrededor».


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