Diseño de colección: Raúl Lázaro | Editorial: Dos Bigotes
SINOPSIS
Pedro es un niño que se siente diferente. Mientras que los demás aspiran a ser futbolistas o astronautas, él quiere ser santo. Ayudado por una de sus profesoras y animado por una madre profundamente católica, decide hacerse monaguillo en la parroquia de su pueblo, lo que provoca las burlas y los insultos de sus compañeros.
La vida de Pedro da un vuelco cuando Mario, uno de sus acosadores, aparece en la iglesia con la intención de ser monaguillo, corrompiendo así uno de los últimos espacios seguros que le quedan y alterando su deseado camino hacia la santidad.
Niño santo es una historia sobre el acoso escolar, la religión, la culpa y el despertar sexual ambientada en un pequeño pueblo manchego de los años noventa. Siguiendo el camino de Nido de pájaros, su primera novela, Luis Maura reflexiona sobre la búsqueda de la identidad en el entorno rural y la influencia de la familia en la infancia, al mismo tiempo que cuestiona la constante necesidad de cumplir las exigencias de una masculinidad hegemónica a la que hay que adaptarse o, de lo contrario, sufrir las consecuencias.
OPINIÓN PERSONAL
Nacido en los ochenta, en un pueblo de Toledo, y educado en el catolicismo, Pedro quiere ser un niño santo. Piensa en lo mucho que se parece a Jesucristo: «Los dos, hijos de un carpintero, los dos, hijos de María. Ambos, destinados a sufrir». Pedro se siente un fracasado, su padre prefiere a su hermano Lucas porque es más fuerte, “más hombre, menos marica”.
Al cumplir once años, Pedro se hace monaguillo y prácticamente vive en la iglesia. El colegio se ha convertido en un lugar cruel, sus compañeros le insultan y pegan por ser diferente. Ni siquiera en casa tiene la aceptación de su familia y la religión se convierte en su único refugio. Cree que Dios le compensará por el sufrimiento, que algún día tendrá algo bueno. Pero uno de los abusones se hace monaguillo.
La prosa del niño es una voz doliente, un mártir que sufre en la soledad y el odio. Es un alma consumida por el arrepentimiento que tiene pensamientos impuros y le desea el mal a la gente que le hace daño. No se siente querido en ninguna parte, es una víctima en la competición de los “machos”. Pedro se inicia en la edad adulta, una época de autodescubrimiento, pero a diferencia de los otros niños, él nunca ha tenido una figura que le sirva de guía, ni siquiera de apoyo.
No solo el adolescente es protagonista, su madre es uno de los pilares que sostienen la historia. Una mujer beata que nunca pide nada, lo que hace es cuidar la casa, los hijos y al bruto de su marido. La violencia implícita duele, ofende y viene de círculos que deberían ser los lugares más seguros. Los personajes desprenden una realidad a la que, sin duda, podemos poner nombre y apellidos. Las víctimas, los culpables y aquellos que se convierten en verdugos para no ser víctimas.
Si te encuentras en un momento anímico complicado, recomiendo leer este libro en otro momento. Es una historia para sufrir, una sucesión de desgracias e infortunios.
