18 junio 2021

La chica del semáforo y el hombre del coche | David Orange

Editorial: Booket


SINOPSIS

Jack Miller es un genio de los números cuya especialidad es el estudio de la probabilidad, concretamente de los fenómenos aleatorios. Después de años trabajando en un misterioso proyecto que está a punto de dar sus frutos, decide ponerlo todo en riesgo por algo que nunca ha tenido, una mujer…

Mientras, un enigmático asesino en serie con un modus operandi muy especial tiene en jaque a toda la ciudad y a dos de los mejores agentes del FBI. Su elaborada puesta en escena, su extraño simbolismo y la particular elección de sus víctimas tan solo han dejado tras de sí una pista hasta el momento: un sedán negro.

Una fascinante novela negra que explora no solo la identidad del ser humano, sino cuál es el sentido de su existencia y, sobre todo, hacia dónde se dirige. Un trepidante viaje a través de una de las ramas más apasionantes de las matemáticas. Una adictiva novela que no podrás dejar de leer.


OPINIÓN PERSONAL

Jack Miller es un genio de los números que ha dedicado toda una vida al estudio de la probabilidad y los fenómenos aleatorios. Su especialidad son los procesos estocásticos, que tratan de saber si es posible saber lo que va a pasar antes de que pase, porque si lo aleatorio es en realidad algo previsible, entonces el futuro se convierte en algo que podemos conocer de antemano. Pero Jack es un alumno especialmente aventajado. Cuando solo tenía siete años, los médicos le diagnosticaron síndrome de disincronía (la falta de sincronización en el desarrollo intelectual, social, afectivo, físico y motor de un niño superdotado o con altas capacidades intelectuales). 

A simple vista, cualquiera diría que no está sacando el máximo partido a su potencial, ya que trabaja como asesor financiero en un banco, estudiando el mercado de valores como bróker privado de su jefe. No obstante, Jack lleva años inmerso en un misterioso proyecto que está a punto de descifrar uno de los mayores enigmas de la humanidad.

Y entonces, decide poner en riesgo su proyecto por la chica del semáforo, una completa desconocida que podría, no obstante, ser la variable humana que lo conecte todo. Ésa es Mía, una mujer que se gana la vida interpretando un particular microteatro de aproximadamente un minuto de duración, el tiempo que tarda en cambiar un semáforo en rojo. 

La ecuación se complica un poco más cuando aparece en su vida una nueva variable. Su hermana pequeña Wendy es una mujer con accesos de impulsividad y explosiones de ira que solo le visita, de tarde en tarde, para pedirle dinero. La hermana pequeña de Jack ha crecido bajo la sombra de una mente prodigiosa como la suya, que siempre ha acaparado todas las atenciones de su entorno. De modo que Wendy se ha visto obligada a madurar demasiado pronto. Hasta cierto punto, empatizo con ella y me ha gustado el mensaje que se deja entrever en su historia personal. 

Mientras tanto, los agentes federales Patrick Hunt y, su nueva compañera, Kate Myers están al mando de la investigación y búsqueda de El hombre del coche, uno de los asesinos en serie más despiadados y peligrosos de los últimos años. Su elaborada puesta en escena, su extraño simbolismo y la particular elección de sus víctimas tan solo han dejado tras de sí una sola pista hasta el momento: un sedán negro.

Patrick y Kate me han parecido la pareja perfecta. Todo el mundo trata con cierto respeto a Kate, por miedo a sus arranques de mal genio. Pero Patrick «había comprendido que ella está atravesando un proceso de duelo, profundo y hosco, aunque no por la pérdida de un ser querido, sino por la pérdida de confianza en el ser humano». Kate todavía no había superado la infidelidad de su ex, y muchísimo menos la muerte de su hermana. Cuando ambos acercan posturas, Patrick se convierte en un compañero casi insustituible. Si no fuera porque Kate no es la única que tiene un pasado...

En un principio, pensaba que el misterio se había resuelto demasiado pronto, pero entonces, la novela sufre un cambio radical y da comienzo una persecución a contrarreloj que me ha pillado desprevenida. En realidad, las pruebas resultan demasiado evidentes a propósito, pero siempre se deja algún cabo suelto. De manera que el giro en la trama no era tan predecible y la segunda parte es inesperada. Como bien lo ha definido el propio autor, su obra es un thriller matemático, pero uno que nos presenta dos frentes abiertos.

Por un lado, nos va contando con todo lujo de detalles la infancia y adolescencia de un Jack completamente desconocido. Sin embargo, toda la información se va desvelando a cuentagotas, así que resulta complicado atar todos los cabos antes de tiempo. Y mientras tanto, Jack sigue trabajando en su proyecto, esa ecuación que se había convertido en el centro de todos sus pensamientos y que podría cambiar el curso de la humanidad.

En cuanto a la prosa, la novela está escrita en tercera persona y, al igual que la trama principal, sufre un cambio radical a partir de la segunda parte. Durante los primeros capítulos, el autor se centra en Jack, de modo que conocemos de primera mano cómo percibe el mundo una persona con disincronía. En ese sentido, ha sido una experiencia terrorífica.

A medida que la investigación policial prospera, el relato convierte en protagonistas a todo un abanico de personajes con voz propia. Por casualidad o consecuencia, la psicología de cada uno de ellos ha sido construida con el mismo tacto y con muchísimo mimo. Digamos que le ha dedicado el mismo esfuerzo a ambos bandos.

Los cambios que se producen a mitad de novela, contribuyen a mantener la intriga desde la primera hasta la última página, ya que siempre hay motivos para desconfiar de todos los personajes, todos sin excepción. Además, el ritmo narrativo es uniforme pero de una manera trepidante. No coloca un único plot twist en las páginas finales, sino que nos sorprende con revelaciones a lo largo de todo su relato. 

También le concede protagonismo a la denuncia social. Principalmente, pone el foco de su discurso sobre las clases sociales y la violencia de género. El hombre del semáforo carga contra una sociedad que oprimía y contra la que nadie parecía estar dispuesta a luchar. En su fuero interno, también condena la pasividad de la mujer, convirtiéndola a veces en víctima y otras en verdugo. En resumidas cuentas, los personajes se ven obligados a tomarse la justicia por su mano.

Quizá resuelve el conflicto en un abrir y cerrar de ojos, e idiotiza demasiado al enemigo. Dos agentes del FBI se bastan y se sobran para resolver dos casos de manera simultánea, así que la presencia policial brilla por su ausencia y no le concede ninguna relevancia al resto del cuerpo. La mayoría de las casualidades que tienen lugar me han parecido tan exageradas que ponen en duda la credibilidad de la historia, pero creo que precisamente de eso trata la novela. ¿Casualidad o consecuencia?

Otro pequeño desliz que ha restado nota es que no consigo encajar todas piezas del puzle, sobre todo en lo relativo a la chica del semáforo y compañía. Esa parte inicial de la historia resulta enrevesada. Como ya he mencionado anteriormente, las casualidades que se dan lugar en esta novela resultan asombrosas y tontean con la ciencia ficción. Ese final tan inesperado y desconcertante pide una continuación.

En conclusión. Una lectura adictiva e intrigante que me ha tenido pegada al libro desde la primera hasta la última página palabra. Con esta segunda novela, solo se confirman mis ganas de seguir la trayectoria de David Orange, un autor que ha ido a más, tanto en prosa como en argumento.