Ilustraciones: Fran Ferriz
SINOPSIS
Sátiro, cínico y adicto a todo, Hugo es un adolescente de casi cuarenta años que siempre ha vivido sobre la cuerda floja. La mujer de la que está enamorado solo quiere ser su ex, su mejor y único amigo lo considera un pedazo de cabrón y, laboralmente hablando, es un publicista de éxito que acaba de quedarse en el paro.
Cuando la ansiedad le gana la partida a su falso optimismo, Hugo comienza a tener extrañas alucinaciones. Las mismas que lo acompañaron cuando era pequeño. Durante años, ha intentado convencerse de que esas cosas terribles que nadie más puede ver son un mero producto de su imaginación.
—Tú nos creaste.
—Y lo sabes.
—El mal está viniendo...
¡NO SON REALES! Pero esos supuestos amigos imaginarios han convertido su vida en un completo desastre. Y a él, en sospechoso de asesinato.
OPINIÓN PERSONAL
Al igual que el protagonista de esta GRAN novela, el autor podría describirse a sí mismo como un adolescente de cuarenta y pocos años y mucha imaginación. Su adulto interior ha creado un mundo oscuro y gamberro no apto para todos los públicos. Desde las primeras páginas te sumerges de lleno en una trama delirante que confunde locura con genialidad.
¿Qué tienen en común un oso de peluche, un mono, un cerdo, un pulpo, una calavera y el mejor amigo imaginario que todo hombre desearía tener? La respuesta se esconde en la cabeza de Hugo. Un protagonista que ha perdido el norte hace tiempo, pero que goza de una buena mala leche.
Llegados a este punto, cabe preguntarse si un idiota como Hugo puede convertirse en el héroe que necesita el mundo. El hombre destinado a salvarnos. Por suerte para el mundo, y muy a su pesar, Hugo no está solo. Otra cosa es que su compañía sea real. Tan real como tener un amigo imaginario cuando eres pequeño.
Tan real como el escritor novel que distorsiona su mundo interior para darle una forma que él mismo desconoce. Fran es un escritor brújula que viaja a caballo entre la fantasía urbana y el gore más cómico. Con un narrador en tercera persona que hila con cuidado cada carcajada que sueltas, cada grito contenido.
Hay humor para todos los sustos... digo, gustos. Humor negro, inteligente, ácido, reivindicativo... absurdo. Hasta en los peores momentos, te ríes. Porque también hay drama, baños de sangre, sexo, drogas y rock & roll. Entre risas, Cosas Terribles toca todos los géneros. Y el resultado de la mezcla es una rareza inclasificable.
Podría decirse que escribe como dibuja: su obra es tan personal que siempre nos toca de cerca y nos remueve por dentro. Las Ilustraciones Pandémicas solo eran una advertencia de lo que estaba por venir, una mirilla con vistas a un patio. Porque, ahora sí, Cosas Terribles nos abre las puertas de par en par. Y lo que hay dentro es un drama descacharrante... decorado con un sinfín de referencias culturales.
Hablando de ilustraciones. Los personajes de Cosas Terribles cobran vida gracias a 16 ilustraciones en blanco y negro. Como buen ilustrador que es, Fran ha elegido los momentos más inolvidables de la novela, poniendo cuidado en cada pequeño detalle. No me canso de admirar y perderme en cada trazo. Lo que convierte su obra en un libro capaz de enamorarnos a primera lectura y a primera vista.
Por último, me gustaría dedicarle una pequeña mención a una portada minimalista, pero que encierra a la perfección la esencia de la novela.
Continúa en Cosas Terribles 2
«Estaba completamente solo y perdido, solo quería quemarme hasta desaparecer. Habló conmigo, y sin conocerme de nada, me escuchó. Éramos y somos como la noche y el día, pero conectamos y sentí... sentí que le importaba a alguien».
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