Traducción: María Pérez de San Román | Editorial: La biblioteca de Carfax
SINOPSIS
David vive al lado de los Chandler. Un día de verano descubre que Meg y su hermana Susan se han mudado a la casa de al lado. Será el comienzo de una terrible pesadilla.
Con la llegada de Susan y Meg al barrio, David descubrirá la verdadera naturaleza de sus vecinos y amigos, los Chandler, quienes estarán al cuidado de las dos hermanas. Pero también deberá enfrentarse con su yo más primitivo y más aterrador.
La chica de al lado se basa en el historia real del asesinato de Sylvia Likens en 1965, aún hoy el caso, ocurrido en Indeanápolis, es considerado como el más grave jamás ocurrido en el estado.
OPINIÓN PERSONAL
«¿Crees que sabes lo que es el dolor?»
Durante los primeros capítulos, conocemos a los habitantes del pueblo en el que vive David, uno de los niños del vecindario y narrador en primera persona de esta historia. En apariencia, su hogar natal es el típico pueblo rural en el que nunca sucede nada... al menos de puertas para afuera. «Te levantabas, desayunabas y entonces salías para ver quién estaba por dónde. Cada niño conocía a los demás como conocía a su propio hermano. Las puertas se cerraban para protegerse del frío, el viento y la lluvia, pero no de las personas.» Aquí, todos conviven más o menos en armonía, todos se conocen... pero todas las familias tienen secretos.
Tras pasar unas cuantas páginas en compañía de sus mejores amigos, rápidamente percibimos que no es oro todo lo que reluce y que los vecinos de David son algo... peculiares. Los niños hacen travesuras, se divierten en la feria anual, acampan en el jardín... En definitiva, hacen cosas de niños. Pero su comportamiento tiene un poso perturbador. Todos los niños poseen unos rasgos de personalidad que rozan la psicopatía: torturan animales, queman cosas, comparten pensamientos macabros y tienen un despertar sexual bastante turbio.
Pero no se trata solo de los niños. El pueblo entero me pone los pelos de punta. Aquí todo funciona a la vieja usanza, la mentalidad de los adultos es de otra época. Por supuesto, hay que tener en cuenta que la historia tiene lugar en 1965, pero aun así. Muchas familias del pueblo son hogares rotos o a punto de romperse, muchos padres tienen problemas psicológicos severos y nadie mueve un dedo cuando alguien maltrata o humilla a sus hijos, porque los niños son vistos como una propiedad.
La prosa del autor me ha maravillado especialmente en esta parte del relato porque te muestra cómo se va gestando la psicología de los niños en un pueblo que reúne las condiciones sociales necesarias para que los más pequeños hayan normalizado la falta de empatía desde la cuna. «El razonamiento era de locos. Pero para entonces ya nos habíamos acostumbrado a eso.»
El terror es progresivo, los sucesos te van atando un nudo en la garganta, sin que te des cuenta, y de pronto el nudo cada vez aprieta más. Su relato te parte el alma cuando menos te lo esperas y eso que ya venías preparado para el HORROR. Porque el autor anuncia la tragedia en cada página y retrata perfectamente el estallido de la rabia, la sensación de poder cuando el vulnerable es otro. Creo que el punto fuerte de la novela es precisamente la impotencia que sientes cada vez que te preguntas: ¿de verdad es tan fácil corromper la inocencia de una persona? ¿Por qué nadie hizo nada?
No, este libro no es apto para estómagos sensibles. Su relato describe cómo torturan a una niña hasta fragmentar su cuerpo y su alma. El autor habla siempre desde el respeto hacia la víctima y no es un libro morboso, en todo momento sientes que su único objetivo es la contemplación de la maldad en estado puro. Y es duro, muy duro, saber que existen monstruos con apariencia humana. Porque la historia está inspirada en hechos reales.
«El dolor puede actuar desde fuera. Quiero decir que, a veces, lo que ves es dolor. Dolor en su forma más pura y cruel. Sin drogas ni sueño ni conmoción o inconsciencia que lo amortigüen. Lo ves y lo asimilas. Y entonces se convierte en ti.»
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