08 febrero 2024

Pictor Animarum | Manuel Tristante, Patricia Gómez

Ilustraciones: María Tabar Burgos


SINOPSIS

La vocación de Jeremías siempre fue plasmar la realidad ayudándose de la pintura y el dibujo, faceta en la que tuvo poco apoyo familiar.

Su vida cambia cuando un hombre, apodado como «El Músico Loco», aparece en un mercado para hacerle ver el talento como artista que posee en su interior. Años más tarde, con sus dotes, Jeremías se presenta para ser el pintor de la Corte en un concurso multitudinario convocado por el rey.

A pesar de la grandiosidad del premio, con el paso de los días, el joven pintor se percata de que su talento no es suficiente para que el monarca quede satisfecho, llevándole a recurrir a alguien más viejo que el mundo, poniendo en peligro no solo su propia existencia, sino también la de sus seres más queridos.

De nada servirán sus lamentaciones, pues el mal es capaz de usar a cualquier persona con tal de conseguir su objetivo.


OPINIÓN PERSONAL

Hace siglos, el pintor Jeremías fue contratado por Su Majestad, el rey Dominique III, para retratar a la familia real. Sus cuadros parecen dotados de alma, toda su obra parece viva, pero el rey no se muestra satisfecho con ninguno de los retratos y tortura al pintor. Jeremías soporta las vejaciones para salir de la pobreza y proteger a sus seres queridos, pero lentamente inicia un descenso a la locura y la maldad, de hecho todo arranca dejando entrever que el pintor es sospechoso de practicar magia oscura y de la desaparición del príncipe.

En la actualidad, seguimos la historia de Thiago, un niño adoptado de catorce años que prefiere dibujar a hacer otras cosas, no quiere videoconsola ni televisión porque atrofia las neuronas. En el colegio le hacen bullying y su única amiga es Martina, la chica nueva que lo defendió de los abusones. Bueno, también tiene a su gato Rufus y pasa los días en un museo ubicado en un antiguo castillo. Últimamente sueña con una puerta que intenta dibujar, intrigado por el significado de la misma.

Pictor Animarum narra dos historias con muchos saltos en el tiempo, la cronología está desordenada y pincela el pasado mientras la trama principal avanza en un segundo plano. Thiago y Jeremías no guardan ninguna relación, aunque “pasado y presente siempre van de la mano”. Lo único que Thiago sabe del pintor son viejas leyendas en las que no cree del todo. Cuando los hilos por fin se cruzan es un golpe de efecto notable, aunque esperaba que tardase más en llegarnos la información.

La ambientación de la época es moderna, a veces utilizan términos recientes que no existían y los movimientos de los personajes no siempre resultan creíbles. Siento que es donde más ha fallado la novela, en un sinfín de pequeños detalles que están fuera de lugar en el escenario. También abundan los personajes, pero su recorrido es corto y sus acciones suelen contradecirse, como improvisando.

Si este libro hubiese caído en mis manos de adolescente, me habría sorprendido por el toque de terror, pero echo de menos más tensión narrativa. Los rituales oscuros, la muerte y la miseria son un recurso del que abusan demasiado, cuando mi mayor interés recaía en los planes demoniacos a través de los siglos. El argumento resulta llamativo por lo demás, con otros puntos de interés.  


«El pincel debía contar lo que el pintor con palabras era incapaz de expresar.»


No hay comentarios:

Publicar un comentario