Traducción: Marta Sánchez-Nieves | Ilustraciones: Nicolai Troshinski | Editorial: Nórdica Libros
SINOPSIS
En una de esas "noches blancas" que se dan en la ciudad rusa durante la época del solsticio de verano, un joven solitario e introvertido narra cómo conoce de forma accidental a una muchacha a la orilla del canal. Tras el primer encuentro, la pareja de desconocidos se citará las tres noches siguientes, noches en las que ella, de nombre Nástenka, relatará su triste historia y en las que harán acto de presencia, de forma sutil y envolvente, las grandes pasiones que mueven al ser humano: el amor, la ilusión, la esperanza, el desamor, el desengaño.
OPINIÓN PERSONAL
El protagonista y narrador de esta novela corta es «un ciudadano medio enfermo a punto de asfixiarse dentro de los muros de la ciudad». Lleva ocho años viviendo en San Petersburgo y nunca ha tenido trato con nadie, no tiene amigos ni buenos conocidos. Una noche, ve a una mujer llorando, apoyada en la barandilla del canal. Siempre ha sido tímido con las mujeres, pero como almas destinadas, enseguida entablan una amistad casi íntima. Nástenka le pide una sola condición...
Durante las primeras noches, la historia se asemeja a un monólogo en el que ambos cuentan sus historias personales con un lenguaje poético y elevado. El desahogo del hombre me ha parecido denso, habla de sueños incumplidos, de remordimientos por culpa de un pasado no vivido y de la congoja que siente al pensar en un futuro desgraciado. Incapaz de socializar, se ha convertido en un soñador solitario que contempla el mundo con cierta hostilidad. Los demás le consideran un estrafalario. En cambio, el relato de Nástenka es la historia de un amor en la distancia, quizá no correspondido.
Publicado por primera vez en 1848, es un clásico que ha envejecido un poco mal. Con frases como “yo encantado de que mi muchacha fuera inteligente: esto es algo que, si hay belleza, nunca molesta” o “sugerirle que incluso es su obligación como mujer no rechazar un súplica tan tímida de alguien tan desgraciado como yo”. Pero en lo relativo a las emociones, los seres humanos no hemos cambiado ni un ápice. Los sentimientos que describen son también los nuestros y sufrimos en cada página con este par de corazones solitarios, aunque empatizo más con uno de ellos.
Una ternura de historia gracias a unos personajes de carne y hueso. Pocas veces una lectura me despierta tantas emociones. Todavía me duele.
«Dos minutos y ya me ha hecho feliz para siempre».
«Todos nosotros nos sentimos insatisfechos con nuestro destino, ¡nuestra vida se consume!»
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