Traducción: Virginia Rech | Diseño de cubierta: Ignacio Marmarides, Max Rompo | Editorial: Sigilo
SINOPSIS
En la primera página de esta novela, unos golpes en la habitación de al lado advierten a Devlin y Mina que algo terrible está pasando. Ellos no lo saben aún, pero acaban de despertar a un mundo nuevo, un mundo en el que sus padres y la mayoría de las personas han muerto de manera misteriosa y la ciudad empieza a ser cercada por las llamas. Solo quedan los niños, que salen a las calles arrastrando sus juguetes y a sus hermanos más pequeños en el mayor de los desamparos, para iniciar un desfile que tendrá a los dos protagonistas como líderes involuntarios.
Lo que podría parecer un relato posapocalíptico se transforma pronto en otra cosa, porque Jesse Ball, que sabe bien a qué juegan los niños cuando están solos y aterrados, convierte los juegos que se inventan para subsistir en una bellísima meditación sobre la crueldad, el cuidado, el amor y la fragilidad de estar vivos.
Jesse Ball es uno de los escritores contemporáneos más originales y audaces en lengua inglesa. Escrita en 2017, Los niños 6 permanecía inédita hasta hoy incluso en su idioma.
OPINIÓN PERSONAL
«No había ningún lugar adonde ir, ni nada más que hacer en ninguna otra parte».
Los adultos, todos se han suicidado. Los niños menores de diez años son los únicos supervivientes, no hay electricidad y los incendios están quemando la ciudad. Nadie sabe qué ha pasado, por qué ha pasado ni cuántas ciudades se han visto afectadas por una extraña epidemia de muerte.
Devlin y Mina Greene inician un viaje y se reúnen con los demás. Ahora nadie les dice quiénes tienen que ser o lo que tienen que hacer, así que los huérfanos hacen lo que quieren. Poco a poco, lo que parecía un escenario postapocalíptico, se convierte en una metáfora filosófica sobre la infancia, la vida adulta y la muerte.
Entre risas y bromas retorcidas, los niños comparten experiencias vitales y cuentan la triste historia de sus familias antes de la pérdida. De pronto, la trama se vuelve surrealista y el nudo recae en los diálogos abstractos y sin guion que mantienen los personajes. Devlin se desdibuja e interpreta a una mente sin forma que transmite un mensaje camaleónico en múltiples direcciones.
Son páginas sueltas, párrafos o directamente frases largas, aunque el contexto tiene continuidad. El final deriva en una creación literaria extraña, oscura y cruel, basada en otras realidades, las más duras. La crítica social se deja entrever, es un toque de atención sobre la importancia de los cuidados y la salud mental.
No lo recomendaría alegremente a cualquiera, pero era lo que necesitaba leer en este momento. Reconfortante a su manera.
«Las personas se aferran a algo que encuentran para tranquilizarse. De repente la vida llega a su fin y eso es lo que elegiste sostener».
«¿Es peor hacer algo o cruzarte de brazos y ver cómo otro lo hace? ¿Es peor hacerlo o que te lo hagan a ti?»
«¿Qué es, sino, comprender al mismo tiempo que la continuidad de las cosas no te traerá consuelo y, aun así, a medida que las cosas siguen su curso, hallar cierto consuelo en ellas?»