Parentesco | Octavia E. Butler

Traducción: Amelia Pérez de Villar | Diseño de colección: Filo Estudio | Editorial: Capitán Swing

Cubierta de Parentesco


SINOPSIS

Más de treinta y cinco años después de su lanzamiento, Parentesco sigue atrayendo a nuevos lectores con su profunda exploración de la violencia y la pérdida de la humanidad causada por la esclavitud en Estados Unidos, y el impacto complejo y duradero que aún tiene este hecho histórico en la actualidad.

La obra más famosa de Butler, aclamada por la crítica, cuenta la historia de Dana, una joven negra que de repente e inexplicablemente es transportada desde su hogar en la California de la década de 1970 hasta la guerra civil. Mientras viaja en el tiempo entre ambos mundos, uno en el que es una mujer libre y otro en el que forma parte de su propia y complicada historia familiar en una plantación del sur, se enreda aterradoramente en la vida de Rufus, un conflictivo esclavista que es a la vez un antepasado de Dana, y en las vidas de las muchas personas que están esclavizadas por él.

Considerada como una obra esencial dentro de los géneros feminista, de ciencia ficción y fantasía, y una piedra angular del movimiento afrofuturista, se han vendido más de medio millón de copias de Parentesco. La interseccionalidad de la raza, la historia y el tratamiento de las mujeres abordada en este libro sigue siendo un tema crítico en el diálogo contemporáneo, tanto en el aula como en la esfera pública. Inquietante, convincente y de una rica imaginación, Parentesco ofrece una mirada inquebrantable a nuestra complicada historia social.


OPINIÓN PERSONAL

Dana es una mujer negra descendiente de Alice y Rufus Weylin, un amo blanco. No sabe cómo, pero cuando Rufus está en peligro, Dana viaja en el tiempo para salvarle la vida y asegurar la descendencia de su familia. «Una negra cuidando de él en una sociedad que consideraba a los negros seres infrahumanos, una mujer en una sociedad que trataba a las mujeres como si fueran eternamente niñas».

La historia de la plantación Weylin comienza en 1815 y los saltos temporales nos permiten contemplar lo que sucede con los esclavos de Maryland en una década. La presencia de Dana en el pasado puede durar unos días o meses, tiempo suficiente para ser testigo en primera persona de las violencias ejercidas sobre las personas negras de la época.

Su parentesco con Rufus es lo único que justifica su necesidad de salvarlo, porque el niño es un maltratador de manual. Dana cuenta con cierta protección dentro de la casa, pero ni eso la salva de sufrir los horrores de la esclavitud en su propia piel. La historia es el día a día de los antepasados que la rodean y la impotencia que siente al no poder cambiar la historia. Me cuesta digerir los momentos de complicidad con Rufus y su relación no deja de ser enfermiza.

Dana también se enfrenta a las dificultades de 1976, año en el que fue publicada la novela. Las cosas han cambiado a mejor, pero siguen sin ser perfectas. Las familias no aprueban su matrimonio, los amigos miran hacia otro lado y los protagonistas hacen comentarios que han envejecido mal.

La primera mitad se hace lenta y casi abandono su lectura. Los diálogos no aportan información, aunque son necesarios, y la profundidad del retrato social me parecía básica y repetitiva. A medida que los viajes en el tiempo duran meses y abandona la fantasía, la trama se vuelve más sólida. He sufrido con Alice, la supervivencia es un dolor insoportable.


«La soltura con la que nos adaptamos. Nosotros, los niños... Nunca me había planteado cómo se podía entrenar a la gente para que aceptara la esclavitud».