09 agosto 2017

Planilandia | Edwin A. Abbott

Editorial: Torre de viento



SINOPSIS

El país de 'Planilandia', como nuestro propio mundo, está a punto de iniciar el milenio. El último día del año 1999, un cuadrado – hasta aquel momento indistinguible de las otras formas de este universo de dos dimensiones – recibe el Evangelio del las Tres Dimensiones, que se revela a los planos habitantes de ese mundo sólo una vez cada mil años.

Transformado por una verdad que es incapaz de ocultar, es condenado inmediatamente como hereje.

Su conmovedor relato es en sí una creación multidimensional, pues no sólo supone un desafío a nuestras percepciones más básicas de la realidad cotidiana, sino que también es una aguda sátira social, así como un clarificador tratado matemático.


OPINIÓN PERSONAL

«El irregular, dicen, es desde que nace objeto de burla por parte de sus padres, sus hermanos y hermanas le ridiculizan, los criados no le hacen caso, la sociedad se mofa de él y le mira con desconfianza y se le excluye de todos los puestos de responsabilidad, confianza y actividad útil. Todos sus movimientos son atentamente vigilados por la policía hasta que llega a la mayoría de edad y se presenta a inspección, donde o se le destruye, si se descubre que excede el margen de desviación establecido, o bien se le empareda en un oficina del estado como empleado de séptima clase; no se le permite casarse; se le obliga a soportar una ocupación insulsa y abogiante con un estipendio mísero; se le fuerza a comer y alojarse en la oficina, y a estar sometido a una supervisión rigurosa hasta en las vacaciones. ¿Qué tiene de extraño que en esas circunstancias se amargue y pervierta la naturaleza humana, incluso entre los más puros y mejores?»

Los personajes de esta novela son figuras geométricas con emociones humanas. Cuadrados, triángulos, círculos que no pueden moverse en una tercera dimensión, ya que viven en un mundo plano de dos dimensiones. Pero no son formas geométricas de forma aleatoria, no. Las mujeres son líneas rectas, los soldados y clases más bajas de trabajadores son triángulos isósceles, la clase media son triángulos equiláteros, los profesionales y caballeros son cuadrados y figuras de cinco lados o pentágonos (que también es la forma legal que tienen las casas), la noblez son hexágonos y figuras con más números de lados. Y por último, los sacerdotes son círculos, o dicho de otra manera, figuras con un número infinito de lados.

El caso es que nadie está atrapado de por vida en una clase social, ya que los hijos varones nacen con un lado más que su progenitor, excepto en las clases más bajas de lados desiguales. De modo que casi cualquier familia puede aspirar a pertenecer a la aristocracia algún día, e incluso a tener un descendiente círculo. Las hijas, por el contrario, siempre son rectas, de mayor o menor longitud. Y debido a su forma, son consideradas seres inferiores y peligrosos (ya que son todo punta). El sexo débil está desprovisto de capacidad cerebral, reflexión, juicio, previsión y apenas disponen de memoria. Las mujeres son más emocionales que racionales, y como tal, son tratatas como cabezas de chorlito. (Nada que ver con el trato que recibimos las mujeres de Espaciolandia, para nada.)

El protagonista es un cuadrado, el único que conoce la existencia de otros mundos y dimensiones. Pero los círculos (o sacerdotes) no están nada interesados en que la verdadera naturaleza de su mundo salga a la luz. No como en Espaciolandia, donde la censusa no tiene cabida.

La historia está narrada en primera persona por el cuadrado protagonista, como una especie de carta dirigida a los habitantes de Espaciolandia. Su discurso nos presenta Planilandia con todo lujo de detalles: el clima, su historia y costumbres, etc. De modo que, en más de una ocasión, parece un libro de texto, porque realmente hace un verdadero ensayo sobre la naturaleza de sus congéneres.

La prosa es bastante fluida, aunque cuando explica su mundo a través de las matemáticas su lectura se hace un poco más aburrida y densa. No obstante, se hace entender en todo momento. De hecho, ha sido utilizada para el estudio de la geometría en muchas escuelas e institutos del mundo anglosajón.

La novela está dividida en dos partes. La primera, nos presenta la naturaleza de su planeta. Durante la segunda, nos habla también de Linealandia y narra su experiencia después de conocer la existencia de la tercera dimensión.

Relatos desbordantes de ingenio matemático al tiempo que aguda sátira social, inquietante, por lo que plantea sobre las limitaciones de nuestra percepción cotidiana. Esta insólita novela se publicó por primera vez hace más de cien años. Lo que significa que, cuando se publicó esta novela, la tercera dimensión solo era una teoría en borrador, así que el relato y visión de este autor tienen mérito, sobre todo porque esta sátira sigue tan vigente que podría haberse escrito perfectamente en nuestra época (lo cual es muy triste, por cierto).

El caso es que Planilandia me ha parecido una idea muy correcta que, además, ha desarrollado en su inmensa totalidad. No solo ha creado un planeta de la nada, también se ha inventado una historia para ese planeta. Y cada pequeño detalle que analiza, es una auténtica genialidad. De este modo, el protagonista le concede una explicación científica a la lluvia, la construcción de edificios y las clases sociales, mientras que realiza un ensayo social a la hora de compartir con el lector la historia cultural y bélica de su planeta.

Con la llegada del tercer milenio, el cuadrado conoce a las líneas y puntos de Lineolandia, y una esfera de Espaciolandia visita a las formas geométricas de Planilandia. Una situación que le concede al autor la oportunidad de criticar la incapacidad humana de aceptar que otra realidad es posible.

En definitiva, me ha parecido un relato muy original, aunque reconozco que algunos capítulos me han parecido más aburridos. De todas formas, recomiendo su lectura si os apetece una historia peculiar y crítica con la sociedad.

La edición de Torre de viento que he leído supongo que estará descatalogada desde hace años, pero me ha gustado mucho. El libro está ilustrado por el autor y cuenta con una introducción a modo de reseña escrita por Banesh Hoffmann, además de un prefacio para celebrar una segunda edición revisada, que data del año 1884. 


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