Traducción: Víctor Gallego Ballesteros | Editorial: Alba
SINOPSIS
Esta obra emblemática de Chéjov trata de los límites difusos entre la locura y la razón, el mundo normal y el manicomio. Los protagonistas son un pobre alienado, Iván Dmítrich, con arrebatos pasajeros de fantástica lucidez, y el director del hospital, Andréi Yefímich Raguin, que se ha puesto una venda en los ojos para no ver las deficiencias y atrocidades que se cometen en el centro sanitario que regenta, y que acaba creándose una filosofía para justificar su inacción y su incuria.
Lenin dijo, después de leerla, que se vio impulsado a salir a la calle, porque él también se sentía «encerrado en un manicomio».
OPINIÓN PERSONAL
El doctor Andréi Yefímich trabaja en una institución de beneficencia. Como director del hospital, podría denunciar la falta de higiene y mejorar las instalaciones, pero se limita a desempañar su trabajo, con una implicación cuestionable. Es un hombre atormentado por el sinsentido de la vida inteligente, considera la existencia misma una cárcel.
La soledad social que deprime sus días parece disiparse cuando empieza a visitar la sala número seis del hospital, donde permanece ingresado Iván Dmítrich, un noble que sufre de manía persecutoria. Iván es un «loco» inteligente e interesante con el que hablar. A medida que conocemos la biografía de cada uno, médico y paciente comparten reflexiones sobre el sufrimiento, la pobreza y la mezquindad humana.
Es un relato corto, plano y predecible, se hace un poco pesado al principio, pero me interesa el retrato social de la locura y la ignorancia. La mitad de las páginas son una excusa para menospreciar la sociedad a través de un diálogo filosófico. Y como bien señala Iván Dmítrich, el consuelo de la filosofía no funciona cuando sufres la dureza de la vida o te escapas un poco de la norma.
Sin llegar a una historia destacable, es un texto para subrayar.
«Era indispensable que la sociedad tomara conciencia de su propia mezquindad y se horrorizara».
«Cuando la sociedad se protege de los criminales, de los enfermos mentales y, en general, de la gente que considera inconveniente, es invencible».